Me
encontraba meditando esta mañana y un pensamiento surgió. Me imaginé
hablando con una amistad que según mi perspectiva tiene una vida muy
exitosa. Recordando cuando yo estaba en un periodo muy difícil de mi
experiencia le decía:
“Debido a que
tu tienes dinero, inversiones, familia, y todas esas cosas tu dices que
eres ‘feliz’. Sin embargo como yo me encuentro lidiando con problemas
económicos, no tengo hogar, no tengo trabajo ni familia me percibo como
que no soy ‘feliz’.
No obstante, si te quitan eso que tu
tienes dejas de ser ‘feliz’. Y si a mi me dan eso que creo que deseo voy
a ser ‘feliz.’ Pero si doy un paso atrás me doy cuenta de que la
verdadera felicidad no estriba en tener o no tener, sino que mas bien en
recordar que yo no soy el personaje que tiene ni que no tiene sino que
mas bien soy la Mente que observa a los dos personajes teniendo esta
conversación. Esa Mente lo es Todo y al Todo no le hace falta nada.
Una
vez que recuerdo eso puedo tomar consciencia de que la vida no me esta
sucediendo a mi como personaje con o sin dinero, con o sin trabajo, con o
sin familia, etc., etc., etc., sino que mas bien yo soy la Vida y al no
identificarme con solo una parte (personaje hablando con otro
personaje), no soy ni escasez ni abundancia simplemente Soy. Y es ahí
donde estriba la verdadera felicidad.”
Este es un proceso de
constante observación debido a que es muy fácil caer en la trampa de
creer que soy este personaje con todo su drama ya que todos mis sentidos
dan testimonio de la “realidad” de esta experiencia física y no me
puedo valer de mi intelecto, de lo que creo que soy y por lo tanto de lo
que creo que “sé” para salir de esa encrucijada. Por algo se me
recuerda que, “Una vez que alguien queda atrapado en el mundo de la
PERCEPCIÓN, queda atrapado en un sueño. No puede escapar sin ayuda,
porque todo lo que sus sentidos le muestran de la fe de la realidad del
sueño.” (Prefacio UCDM)
Por eso es que se practica en cada
momento esos espacios de silencio, de contemplación, de introspección,
de quietud, en fin, a lo que Un curso de milagros le llama instantes
santos.
A raíz de que la Mente va más y más recordando lo que Es,
no a través de intelectualmente poderlo explicar sino que mas bien a
raíz de que experimentar paz debido a un desapego sicológico, ya el
mundo de las apariencias empieza a carecer de poder y deja de tener
efecto sobre uno. El personaje podrá tener sus “problemas” mundanos pero
su felicidad, su paz no se siente afectada por ellos.
Entonces
es mas simple dejar de juzgarme a mi por lo que tengo o no tengo y por
ende dejar de juzgar a mi hermano y/o compararme con el pues reconozco
que mi hermano y yo somos lo mismo. Lo que el tiene yo lo tengo, y eso
que el tiene y que yo tengo es amor. Y si me identifico con eso me puedo
unir a mi hermano y lo que tenga en el mundo o no no se convierte en
una distracción que me separe de mi hermano ya sea a través de sentirme
“mejor” o “peor” que él.
Ya no hay sentido de superioridad ni de
inferioridad, simplemente lo que es es solo eso, un mundo lleno de
símbolos que no significan nada. Ahora se permite ver la vida como un
juego y no como una prisión donde nos encontramos constantemente
luchando y sobreviviendo, sino que mas bien un proceso a través el cual
se observa lo que aparenta estar “sucediendo” con una mente aquietada
recordando que, “Hay una manera de vivir en el mundo que no es de
este mundo aunque parezca serlo. No cambias de apariencia pero si
sonríes mas a menudo.” W-pI.155.1:1-2
Este estado es
imposible experimentarlo si todavía creemos que hay algo en nuestro
mundo que tiene que cambiar para ser felices (que tiene algo de valor
para nosotros), pues el mundo es lo que nos distrae de la Verdad. Eso no
significa que no podemos disfrutar de cosas en el “mundo”, sino que no
nos dejamos distraer por ellas. Se ven como escenas pasajeras que se
disfrutan sin apego.
Por lo tanto tenemos que tomar consciencia
de que aunque en el mundo experimentemos todo tipo de circunstancias las
cuales etiquetamos como problemas, lo que nos hace reaccionar a ellos
es la identificación con el “yo” que creo ser. Y eso es solo un
pensamiento. Si de lo contrario recordamos nuestra realidad la cual es
Mente y no cuerpo (personaje separado), simplemente podremos observar el
despliegue de experiencias sin sentirnos afectados por ellas, pues
ahora se perciben como lo que realmente son, ilusiones que carecen de
ningún valor las cuales no pueden tocar al Santo Hijo de Dios que es lo
que realmente somos. Por eso es que se nos recuerda que, “Nada real puede ser amenazado.” T-In.2:2
El
“entendimiento” de estas palabras no sirve de nada, no obstante la
practica diaria con el deseo de de corazón querer la paz de Dios es lo
que nos conduce a la experiencia donde las ilusiones (mundo físico,
experiencia física) dejarán de ser distracciones. Por algo se nos
recuerda que, “Desear la paz de Dios de todo corazón es renunciar a
todos los sueños. Pues nadie que diga estas palabras de todo corazón
desea ilusiones o busca la manera de obtenerlas.” T-pI.185.5:1-2 Las ilusiones seguirán estando ahí mientras yo me perciba como un cuerpo, pero no tendrán poder sobre mi.
Así
que si uno quiere placer, que es lo que siempre se confunde lo la
verdadera felicidad, solo tiene que creer que este mundo es su fuente de
la felicidad y empezar a luchar para adquirirla, y como ya sabemos, lo
opuesto al placer es el dolor. Y uno no puede vivir sin el otro porque
en realidad son lo mismo, dos caras de la misma moneda. Por algo se nos
recuerda: “Trata de buscar placer y de evitar todo lo que le pueda
ocasionar dolor. Pero por encima de todo, trata de enseñarse a sí mismo
que sus dolores y placeres son dos cosas diferentes, y que es oponible
distinguir entre ellos.” T-27.VIII.1:7-8
No obstante, si de
lo contrario se quiere la Verdadera Felicidad solo hay que recordar lo
que realmente un Es (Mente, Amor, Unidad, Dios).