En todo momento la única relación que
existe por así decirlo es la relación con uno mismo. No con “otra persona”
aunque eso sea lo que aparente ser. La carencia en mi se le proyecta al objeto
que tanto deseo y por consiguiente estoy convencido de que eso que deseo (la
pareja de mis sueños) tiene el poder de llenar ese vacío. Eso es estar
“enamorado”. Luego con el tiempo pueda que entonces experimenté un cariño, una
amistad, una forma de relacionarme de manera que la relación pueda sostenerse
libre de conflicto. Pero como la sensación de carencia que me atrajo a esa
persona continúa, la mente inmediatamente empieza a formular el argumento de
que si esa persona no me hace sentir como antes me hizo sentir, aun cuando hay
tanta evidencia de que la relación tenga muchos puntos de encuentro, esa
atracción física se pierde y el mecanismo de carencia, consciente o
inconscientemente activa una nueva búsqueda de manera que un nuevo objeto pueda
llenar ese vacío. En este caso sería un cuerpo diferente.
Vamos no obstante a explorar cuál es el
verdadero problema. La atracción hacia un cuerpo o hacia un objeto apoya el
deseo de sentirme separado de Dios, de mi Fuente, de mi Ser, del Amor. Si me
siento pleno en Dios no existiría atracción hacia ningún objeto, que para
efectos del tema en discusión seria otro cuerpo. Cuando se siente uno pleno con
uno mismo no hay necesidad de otro cuerpo, no hay necesidad de otro objeto. No
estoy insinuando que no pueda existir una relación. Lo que sí estoy diciendo es
que no hay NECESIDAD de una relación especial.
Entonces la idea de que “te quiero” se
sostiene por el mero hecho de que “ME quiero”. Y en ese sentido puedo querer a
todo el mundo ya que es así como Dios ama. No estamos hablando de contacto
físico, estamos hablando de un estado de union. Y la parte de “estoy
´enamorado´ de tí” no existe en la ecuación. Ahí empezamos a darnos cuenta de
algo muy curioso, qué la persona con quien tienes que estar no es con la que te
sientes “enamorada” sino que con la que ahora mismo estás. ¿Por qué? Porque es
con la que estás. Esa “otra” persona a la que puedes sentir algún tipo de atracción
mientras estás con tu pareja actual es nada más y nada menos que una fantasía
mental que representa la carencia que tu pareja actual ya no llena y crees que
la otra si la llenará.
Y recuerda que lo que te llevó a la
pareja con quién estás fue la misma sensación que te está llevando hacia la
otra, y que si no prestas atención a ese mecanismo la historia se repite. Y el
miedo siempre encontrará un argumento lógico y coherente para justificar la
ruptura de la relación actual para irse con la “otra”, o la posibilidad de una
relación de infidelidad. Por lo tanto esa persona que se siente atraída a ti
está proyectando su carencia sobre ti y tu atracción hacia esa persona está
proyectando tu carencia sobre ella. Ésa química, esa atracción, ese sentido de
carencia que los “une” es a lo que le adjudicamos la etiqueta de “la pareja
perfecta”. Y es cuestión de tiempo en lo que el conflicto emerge al darse uno
cuenta de que la pareja ya no cumple el requisito que se le había proyectado,
“hacerme feliz”. Y de nuevo, “te quiero, pero no estoy enamorado de ti.”
¿Cómo entonces puede uno empezar a
desmontar ese mecanismo? Primero empezándose a dar uno cuenta de que la
atracción hacia un “otro”, sea quien sea, es representativo de mi deseo, o de
la creencia de que me siento separado de Dios, y por consiguiente eso duele. El
deseo no se está negando ni suprimiendo, pero al ser uno consciente del
mecanismo puede entonces gestionarlo conscientemente. Ahí empieza uno a poner
en práctica el perdón aun cuando todavía el deseo por la relación exista. Pues
recordemos como muy bien dice Un Curso de Milagros, “He dicho
repetidamente que el Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones
especiales, sino transformarlas.”
T-17.2:2
Recordando siempre que el propósito de
la relación ya no es la relación en sí sino que recordar la Verdad, recordar a
Dios, esa relación ahora nos brinda la oportunidad de sanar, no para sostener
esa relación sino que para poder desapegarse de ella. Pues de nuevo, el
problema no es la relación sino que el apego a ella creyendo que ahi se
encuentra mi felicidad. Mientras todavía se siente uno atraído a una relación
de cuerpos, con la ayuda del Espíritu Santo podemos empezar a cuestionar toda
creencia que surge que de alguna manera se utilizaba para sostener o para
deshacer cualquier relación en vez de aprovecharlas para sanar. Creencias como
por ejemplo:
- La “deseo” porque es guapa, o no deseo estar con ella porque ya no me parece atractiva
- Esa persona me excita, o no deseo estar con ella porque ya no me excita
- Para que una relación funciones (me haga feliz) esa persona tiene que comportarse de cierta manera
- Mi pareja “ideal” sería…
Cuando elegimos la verdad toda creencia
se cae por su propio peso. Pero en algunos casos mirando la creencia especifica
sirve para que la misma pueda ser desmontada. Y podemos observar muchísimas
creencias sobre lo que creo que necesito de esa relación para ser feliz o
razones por la cual debería dejar esa relación porque no me hace feliz. Todo
eso ocurre al no darme cuenta de que toda relación simplemente está mostrándome
una y otra vez todo lo que deseo y que creo que no está en mi (sentido de
carencia), o todo lo que rechazo que no me gusta de mi (negación). Pues a final
de cuentas, de nuevo, la relación es siempre conmigo mismo. Y esa es la única
relación que tiene que ser corregida. Y no es la relación conmigo como
“persona”. Es mi relación con Dios. La paradoja, de nuevo, como ya mencioné, es
que cuando mi relación con Dios, con la Paz interna, con al Verdad está
establecida, no necesito a una pareja para que me complete o para que me haga
feliz. Mas sin embargo, si me encuentro en una relación de pareja, es porque es
con quien tengo que estar para profundizar en mi relación con Dios, aprovechando
si es que fuesen todavía necesarias, las lecciones de perdón que puedan surgir.
Y si los dos en la relación tienen un propósito compartido se aligera el
camino.
Y no caigas en la trampa de que si
estás en una relación decir, “quiero una relación con una
pareja que comparta el propósito de desear a Dios para que yo viva una
experiencia de relación ligera.” Ahí es donde el ego te vende la
fantasía de que tu relación actual no es la perfecta. Tu relación actual, si es
que estás en una, es la perfecta por el mero hecho de estar ahí ya que la vida
no se equivoca. Tu función no obstante es perdonar, es elegir a Dios, y si esa
relación ya no sirve al propósito que tú le has adjudicado el cual es recordar
la Verdad, la misma se disolverá naturalmente.
Siempre recuerda que si la paz de Dios
es lo mas importante, eso es un indicativo de que ya estás en camino de regreso
a Casa. Y siendo conscientes de ello, ahora toda relación, no importa si hay
atracción o no se utiliza con ese propósito. Y de nuevo, durará el tiempo que
tenga que durar pues una vez puesta en Manos del Espíritu Santo Él sabrá que
hacer con ella. Una última observación. Pedir una relación que sirva al
propósito de recordar a Dios es pedir una relación en la cual estás invitando
todos los obstáculos al amor. Todos esos obstáculos son los que el ego
utilizará para hacer que salgas corriendo de ella.
Pero cuando uno es plenamente
consciente, habiendo aprendido sus lecciones de perdón, el deseo por el mundo,
por los objetos se va deshaciendo y empieza uno a estar más y más en contacto
con ese amor que soy y que a su vez tod@s compartimos. Eso no es estar
“enamorado” eso es VIVIR enamorado. Y entonces hace perfecto sentido decir en
vez de “te quiero pero no estoy enamorado de ti.”, “ME quiero y estoy enamorado
de MI.” Eso no es narcisismo, es la Verdad. Solo que eso amor que sientes por
Ti es lo que ahora extiendes a tod@s. Pues el amor de Dios (lo que realmente
eres) se extiende constantemente hacia Si Mismo. Dios no sabe hacer otra cosa sino
que amar.