“Tú que quieres la paz sólo la puedes encontrar perdonando completamente.”

“Tú que quieres la paz sólo la puedes encontrar perdonando completamente.” T-1.VI.1:1

Cuando hablamos de perdonar totalmente, estamos hablando de un perdón que lo abarca todo y por consiguiente nos libera de todo miedo. Dado ese el caso, todo lo que hacemos con el trabajo de Un Curso de Milagros es mirar todas y cada una de las maneras en la cual encontramos odios escondidos, resentimientos escondidos, miedos escondidos para poder ser entonces sanados, que sería lo mismo que decir, perdonados. “Pretende, no obstante, despejar los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu herencia natural.” T-In.1:7 O “Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él.“ T-16.IV.6:1

Por lo tanto, considera las siguientes pregunta:

¿Hay alguna persona en tu vida que cuando piensas en ella sientes odio, ira, resentimiento, victimismo, miedo, cualquier sensación que te distraiga de tu paz?

¿Hay alguna situación, imagen en tu vida que cuando piensas en ella sientes odio, ira, resentimiento, culpabilidad, miedo, cualquier sensación que te distraiga de tu paz?

Hasta que todo eso se perdone no se puede experimentar esa paz de la que estamos hablando. Por eso es que creemos que cuando las cosas van “bien” estamos en paz. En realidad que las cosas vayan “bien” o no tan “bien” es irrelevante. Lo importante es reconocer que esta experiencia física no es nuestra realidad.

Cuando la mente se va poco a poco liberando del miedo, lo que en realidad está ocurriendo es que ya el mundo se percibe desde un espacio de inocencia, sin juzgarlo, sin justificarlo, simplemente se ven las imágenes como eventos y secuencias transitorias que aunque las estemos “viendo” o mejor dicho, percibiendo, se reconoce su naturaleza ilusoria ya que la mente descansa en un espacio de pura tranquilidad, observando la película en vez de involucrarse o dejarse persuadir por ella.

La razón por la cual este proceso, que es en realidad muy simple, aparenta ser tan difícil, es que para ello hay que dejar a un lado nuestra identidad. Es el miedo de que el “yo” desaparezca. Es como cuando uno está durmiendo y está en el proceso de despertarse. En ese proceso la mente se va poco a poco desapegando del sueño y empieza a reconocer que es un sueño hasta que abre los ojos. Y como sabe que es un sueño no tiene miedo de dejarlo a un lado.

En este plano, no obstante, al creer que esta experiencia es una “realidad”, tenemos miedo de dejarla a un lado porque creemos que, o perdemos nuestra “vida”, o que perdemos algo, o que nuestros seres queridos se quedarán solos, etc. Hay un miedo a desaparecer de este mundo por miedo a que experimentamos la “muerte”. Es como miedo a desaparecer en la nada sin darnos cuenta que esa “nada” en realidad es el Todo.

Esto no se puede intelectualmente entender ni explicar. Sin embargo sí podemos a este nivel experimentar una paz inquebrantable cuando hay un desapego al mundo, al “yo” que me he creído ser, cuando se reconoce que nada de lo que veo o percibo es en realidad de valor ninguno. Que nada de lo que veo o percibo tiene que ver con lo que realmente Soy.

Para el ego (identidad personal) esto suena muy aterrador. Inclusive, para el ego, eso es la “muerte.” Pero en realidad no es aterrador en lo absoluto, es mas bien liberador. No tengo que aferrarme a nada, no tengo que defender nada, ni pertenencias personales, ni opiniones. Eso es un estado de liberación inmediata.

Según nos sentimos mas cómodos experimentando esos espacios de liberación al estar dispuestos a soltar toda creencia, toda opinión, todo lo que hemos aprendido, hay una paz, hay una dicha, una plena confianza en la vida. Eso es algo que palabras no pueden explicar, pero la experiencia de ello reitera la verdad de la que estamos hablando.

Ahora se percibe un mundo perdonado, pues me he perdonado a mi mismo de todas mis interpretaciones, de todos mis juicios, de todo lo que creí haber aprendido, y es así como desde mi propia inocencia puedo percibir un atisbo del mundo real aun cuando mis sentidos aparentan ver un mundo de separación.

Así que démosle la bienvenida a todos esos sentimientos de miedo que surgen. No nos escondamos de ellos. No los juzguemos. Vamos a utilizarlos para ver donde está el miedo escondido y así poder ser sanado, poder ser perdonado. Por eso se nos recuerda, “Escapar de la oscuridad comprende dos etapas: Primera, el reconocimiento de que la oscuridad no puede ocultar nada. Este paso generalmente da miedo. Segunda, el reconocimiento de que no hay nada que desees ocultar aunque pudieses hacerlo. Este paso te libera del miedo. Cuando ya no estés dispuesto a ocultar nada, no sólo estarás dispuesto a entrar en comunión, sino que entenderás también lo que es la dicha y la paz.” T-1.IV.1:1-5

Ahora, cuando llegue a la memoria una imagen de algo o alguien por lo cual sentimos cualquier sensación de miedo, victimismo, ira, resentimiento, la que sea, en medio de ese sentir podemos decir, aun cuando nos tome alguna tiempo aceptarlo: “Gracias por ayudarme a ver el miedo escondido en mi de manera que ahora lo pueda llevar a luz de la verdad y sanar. ¡Gracias, gracias, gracias!”

Publiqué una meditación para sanar que apoya mucho este escrito, la misma se puede ver en YouTube a través del siguiente enlace: http://youtu.be/nAi6WMVWMP8