Cuando
me siento herido o atacado, simplemente reconozco que algún sentimiento
de victimismo está saliendo a la superficie para ser sanado. No
obstante las ilusiones surgen a raíz de ese sentimiento de victimismo
como distracciones que no me permiten ver que solo se me está brindando
otra oportunidad para sanar la culpa inconsciente que se está haciendo
consciente.
Ese sistema de pensamientos de victimismo es el que
proyecta, no solo el mundo que percibo y en el que me percibo, sino que
lo que siento a las ilusiones las cuales yo percibo como la causa de mi
dolor, asumiendo que el ataque viene de afuera, cuando en realidad el
ataque proviene de mi hacia mi. Por lo tanto esas imágenes sirven de
distracción para no mirar adentro y tomar completa responsabilidad de
que; “No soy víctima del mundo que veo.” W-pI.31
Por algo se me recuerda que, “El secreto de la salvación no es sino este: que eres tú el que se está haciendo todo a si mismo." T-27.VIII.10:1 O se podría decir de otra manera, "Si algo te puede herir, lo que estás viendo es una representación de tus deseos secretos." T-31.V.15:8
Esa
imagen o imágenes no tienen nada que ver con lo que siento, simplemente
dan testimonio de mi creencia en que hubo una separación, y por ende el
mundo sirve para dar testimonio de esa creencia.
El objetivo no obstante no es perdonar el mundo o las imágenes por lo que hayan hecho o no hecho, sino que perdonar en la mente la creencia de que hubo una separación
para que así las imágenes dejen de distraerme de la verdad, para que el
mundo deje de distraerme de la verdad y una vez más recordar lo que
realmente Soy!
Por lo tanto cuando me sienta herido o atacado, o
me sienta culpable por algo, simplemente recuerdo cuando el Espíritu
Santo me dice a través de Un curso de milagros; “Como ya dije
anteriormente: "Lo que enseñes es lo que aprenderás". Si reaccionas como
si te estuvieran persiguiendo, estarás enseñando persecución. No es
ésta la lección que el Hijo de Dios debe enseñar si es que ha de
alcanzar su propia salvación. Enseña más bien tu perfecta inmunidad, que
es la verdad acerca de ti, y date cuenta de que no puede ser atacada.
No trates de protegerla, pues, de lo contrario, creerás que es
susceptible de ser atacada. No se te pide ser crucificado, lo cual fue
parte de lo que yo aporté como maestro. Se te pide únicamente que
sigas mi ejemplo cuando te asalten tentaciones mucho menos extremas de
percibir falsamente, y que no las aceptes como falsas justificaciones
para desatar tu ira. No puede haber justificación para lo
injustificable. No creas que la hay, ni enseñes que la hay. Recuerda
siempre que enseñas lo que crees. Cree lo mismo que yo, y llegaremos a
ser maestros de igual calibre.” T-6.I.6:1-11
Lo que hace
difícil este trabajo, es que quiero seguir sintiéndome separado cuando
las cosas del mundo me atraen, sin darme cuenta que es la misma trampa
solo que disfrazada de placer.
Me siento “mal”
porque alguien me insultó por ejemplo. No obstante, me siento “bien”
cuando una mujer que me gusta quiere salir conmigo. Si acepto el deseo
de lo placentero, tengo que reconocer que le estoy dando valor y
realidad al mundo, lo cual es la misma culpa inconsciente escondida
detrás de un velo de placer, y por ende quiero seguir perpetuando en la
mente la creencia de que hubo una separación. Dado ese el caso tengo que
aceptar su polaridad, su opuesto y por ende reaccionar a lo “doloroso.”
Es imposible no reaccionar a lo doloroso si estoy reaccionando a
lo placentero. No obstante, con una mente transformada puedo percibir
lo doloroso de otra manera y como consecuencia también percibir lo
placentero de otra manera.
Para salir de esa trampa sicológica
tengo que abrir mi mente a un Nuevo Maestro, y mi pequeña dosis de buena
voluntad consiste en un deseo de de corazón elegir la paz de Dios, aun
cuando todavía me sienta atraído a los placeres del mundo, pues ahora se
les va a ir adjudicando un nuevo propósito, el cual es transformarlas
para que esas mismas distracciones se conviertan en currículos para
sanar. “He dicho repetidamente que el Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones espaciales, sino transformarlas.” T-17.IV.2:3
Por
lo tanto, tengo que estar consciente que la culpa no solo se esconde en
las cosas que me molestan, sino que la culpa en si es la que dio lugar a
la creencia en una separación, a un mundo dual, y lo que se tiene que
perdonar no son las cosas en mi mundo, sino que la creencia en mi mente
de que soy un ser separado y que vivo en un mundo de separación.
Y
de la manera que empiezo a sanar esa culpa interna es a través de la
unión con mis hermanos en la mente sin dejarme engañar por lo que su
comportamiento diga o haga.
Es fácil unirme a alguien que me cae
“bien”, no obstante, es también muy fácil caer en la trampa de juzgar a
alguien que me cae “mal.” Sin embargo, yo puedo unirme en mi menta a un
hermano aunque no estemos de acuerdo, sin que necesariamente en la forma
comparta con el.
Por lo tanto, el objetivo es
sanar la culpa inconsciente que me separa de mi hermano (de mi mismo) y
recordar que no importa lo que mis ojos estén “viendo” o lo que mis
sentidos estén “percibiendo”, que nada de eso me distraiga de la única
verdad, que el amor de Dios está conmigo y con todos, y que solo la
Verdad es Verdad, que la separación nunca ocurrió, y por lo tanto que el
mundo (ilusiones) es parte de un sistema de creencia completamente
errado.
Si soy honesto, este proceso no es fácil. Simple sí.
Pero fácil no. Solo puedo compartir que la simplicidad del proceso tiene
que ver con que tan profundo es el deseo de sanar en cada individuo. Y
el deseo de sanar es estar dispuesto a mirar la oscuridad que hay
dentro, no querer ser “positivo” o “atraer” cosas, etc., ya que todo eso
refuerza en la mente la creencia de que hay un mundo, de que hay un
"yo" separado, en otras palabras, de que la separación ocurrió.
“Escapar
de la oscuridad comprende dos etapas: Primera, el reconocimiento de que
la oscuridad no puede ocultar nada. Este paso generalmente da miedo.
Segunda, el reconocimiento de que no hay nada que desees ocultar aunque pudieses hacerlo. Este
paso te libera del miedo. Cuando ya no estés dispuesto a ocultar nada,
no sólo estarás dispuesto a entrar en comunión, sino que entenderás
también lo que es la dicha y la paz.” T-1.IV.1:1-5