Los
cincuenta principios de los milagros son exactamente el mismo
principio, solo que expresado de diferentes maneras. Aquí comparto los
primeros cinco para que se pueda observar que el milagro es simplemente
la corrección de percepción del miedo al amor. Y el amor es lo que
somos, el miedo es todo obstáculo que se interpone a ese reconocimiento.
1.
“No hay grados de dificultad en los milagros. No hay ninguno que sea
más "difícil" o más "grande" que otro. Todos son iguales. Todas las
expresiones de amor son máximas.“ T-1.I.1:1-4
No hay grados
de dificultad en los milagros pues al no haber mundo, no hay
diferencias, y los milagros no aplican a las diferencias que se perciben
sino que al reconocer que solo el amor es real, aunque las “formas”
aparentes ser “diferentes” es todo lo mismo. El amor sigue siendo lo
único que es real y por lo tanto, aunque sea por un breve instante, el
reconocer ese amor sin que nada tenga que cambiar en el “mundo” es
máximo.
2. “Los milagros -de por sí- no importan. Lo único que importa es su Origen, El Cual está más allá de toda posible evaluación.“ T-1.I.2:1-2
En
el mundo de las formas no hay nada que hacer, sino que recordar que lo
que somos es amor. Por lo tanto no se puede evaluar un milagro basado en
lo que suceda en el “mundo” sino que en si estoy identificado con el
amor.
3. “Los milagros ocurren naturalmente como
expresiones de amor. El verdadero milagro es el amor que los inspira. En
este sentido todo lo que procede del amor es un milagro.“ T-1.I.3:1-3
Cuando
hay miedo es debido a que creemos sentirnos separados de Dios, creemos
ser parte de un mundo, nos identificamos con la experiencia de ser un
cuerpo y por lo tanto no tenemos acceso al milagro. No obstante, cuando
no permito dejarme distraer por las ilusiones y descanso la mente en la
paz de Dios, todo lo que hago, digo es inspirado por el amor y por lo
tanto todo lo que procede de ese estado mental es un milagro. Nada tiene
que suceder en el “mundo” pues la mente identificada con el amor es en
si una mente milagrosa.
4. “Todos los milagros significan
vida, y Dios es el Dador de la vida. Su Voz te guiará muy concretamente.
Se te dirá todo lo que necesites saber.“ T-1.4:1-3
Cuando
uno está identificado con la paz de Dios, no importa lo que uno haga en
el mundo, siempre será lo más amoroso, lo más bondadoso, y es así como
se nos está guiando concretamente, aun cuando no escuchemos una “voz”
diciéndonos que hacer.
El mero hecho de estar descansando en la
paz y en el amor es suficiente ya que lo que procede de ese estado
mental, acción, comunicación, es simplemente un efecto. Por lo tanto el
objetivo no es tener expectativas de lo que se “debe” hacer o decir sino
que mas bien observar si estoy en paz o en conflicto. Si estoy en paz,
estoy más identificado con el amor, y confió en que lo que diga o haga
es parte de esa mente milagrosa. Tampoco me dejaré distraer por el mundo
de las ilusiones que para los efectos representa lo opuesto a la vida.
5.
“Los milagros son hábitos, y deben ser involuntarios. No deben
controlarse conscientemente. Los milagros seleccionados conscientemente
pueden proceder de un falso asesoramiento.” T-1.I.5:1-3
Cuando
uno pone la atención en el “mundo” y quiere cambiar algo está tratando
de controlar un efecto y eso por defecto te saca de la mente milagrosa.
El objetivo del milagro no es “cambiar” nada en el “mundo” ya que "¡El mundo no existe! Éste es el pensamiento básico que este curso se propone enseñar."
W-pI.132.6. El objetivo de la mente milagrosa es vivir desde un estado
de completa paz donde las ilusiones no nos distraen de lo que realmente
somos, amor.
Si por ejemplo yo veo una persona que está “enferma”
y por lo tanto para mi el milagro es creer que si invoco al Espíritu
Santo puedo sanar esa persona, o si tengo un problema de pareja, o de
dinero, o de trabajo, o de gobierno, etc., y quiero que un “milagro”
cambie esa experiencia a otra, a eso es a lo que se refiere con “falso
asesoramiento” porque estoy pidiendo que las ilusiones sean reales.
Lo
que necesito es pedir ayuda para que el Espíritu Santo me apoye en
percibir esa circunstancia de otra manera, para así no dejarme engañar
por las ilusiones y creer que este mundo es real; que la separación de
Dios ocurrió, y que yo soy un ser separado de todo.
Al no
permitir dejarme distraer por las ilusiones (miedo) la mente está
anclada en la paz, en el amor y no estoy tratando de controlar nada
conscientemente. Simplemente a raíz de ese estado mental tengo acceso al
milagro, que es la corrección de percepción, que es otra manera de
decir que donde antes había miedo, ahora hay solo amor, mi estado
natural.
Por algo el curso nos recuerda; “ Este
curso no pretende enseñar el significado del amor, pues eso está más
allá de lo que se puede enseñar. Pretende, no obstante, despejar los
obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor, el cual es tu
herencia natural.“ T-In.1:6-7 Por lo tanto desde mi mente milagrosa
se percibe solo amor, y lo que aparentaría ser un cambio en mi
experiencia sucede como un efecto de esa mentalidad, no como algo que yo
estoy tratando de controlar.
Jesús no “hacia” milagros, él
simplemente representaba la expresión máxima del amor en cada momento ya
que vivía en ese espacio, y los que se identificaban con su amor
experimentaban lo que para muchos se le percibía como un “milagro”, pero
en realidad lo que estaban experimentando eran los efectos del amor
puro libre de miedo. Pues cuando no hay miedo lo que hay es el milagro
(amor).
Por lo tanto el objetivo del curso no es el de ir por el
“mundo” cambiando nada ni manifestando milagros, el objetivo del curso
es recordar que el amor es lo único que es real, que la separación de
Dios nunca ocurrió, y por ende el deseo de vivir desde el amor sin
dejarnos distraer por las ilusiones es elegir ser el milagro.