Pregunta: “Hola
Nick! Te saludo de Argentina! Luego de varios días de práctica,
comienzo a experimentar un poco más frecuentemente un estado que antes
solo se daba cada mucho tiempo. En ese estado siento una paz que no
puedo explicar, una sensación de que todo cuadra, de que nada puede ir
mal, de que nada puede devolverme a la identificación con ese personaje
que creía tan real.
Desde ese estado me resulta muy fácil
perdonar pensamientos o situaciones cuando noto que me identifico con
mi personaje. Lo que sucede es que de repente se despierta un
sentimiento de miedo que me tira de nuevo con toda la fuerza a
identificarme con el sueño. De repente siento un profundo miedo y un
pensamiento de: otra vez caí! Estoy cagado y luego una amnesia de todo
lo experimentado anteriormente. Como si todas las certezas de antes se
convirtieran en incertidumbre y haya olvidado las puertas de salida (que
tan claras estaban antes).
Es como que ahora el ego se
encuentra en el sillón de mando. Y es incierto cuando voy a salir de ese
estado (a veces me lleva unos días y otras semanas). Soy consciente de
que “una vez que alguien queda atrapado en el mundo de la percepción,
queda atrapado en un sueño. No puede escapar sin ayuda…”. Será que una
parte mía no quiere ser sacada del sueño? Será que aún estoy empeñándome
en proteger mi sistema de pensamiento?
Es como que
cuando estoy en ese estado digo “por sobre todas las cosas quiero ver
esto de otra manera”, pero en el fondo siento algo en el pecho que me
dice lo contrario. A veces pienso que solo confío en el espíritu santo
cuando estoy en ese estado de paz, pero no confío en que esa parte de mi
cuando caigo en el sueño de nuevo…”
Comentario: Permíteme comenzar con lo siguiente de tu pregunta cuando dices: “En
ese estado siento una paz que no puedo explicar,…Desde ese estado me
resulta muy fácil perdonar pensamientos o situaciones cuando noto que me
identifico con mi personaje.” En realidad desde ese estado no
hay necesidad de perdonar porque estás viviendo desde el perdón. El
proceso del perdón se aplica cuando no estás en ese estado, pues el
perdón te lleva a ese estado. Vamos ahora a continuar con tu pregunta.
Imagínate
una persona que por un momento deja el cuerpo a un lado, una que
digamos tenga una experiencia de muerte súbita como muchos han comentado
haber experimentado. Y en ese estado sienten una paz, una dicha, una
sensación de amor en que todo esta bien, en que están siendo arropados
por la paz de la Verdad, y empiezan a caminar hacia esa luz de la que
tantos hablan que para los efectos simboliza la decisión de dejar
completamente a un lado ese mundo con el que tanto se habían
identificado. Solo que según se van acercando a la luz le tienen miedo a
la luz y por consiguiente, no sabiendo que otras opciones hay, vuelven
de nuevo a ese cuerpo denso y para los efectos de lenguaje dual, vuelven
al plano físico.
En tu caso se podría decir que estás
experimentando esa experiencia solo que en este plano físico. Cuando
sientes esa paz, esa tranquilidad, estás dejando a un lado el sistema de
pensamientos del ego, pero como no crees poder ser merecedor de ese
amor puro, le tienes miedo a ese amor y por consiguiente retornas a la
identificación con el personaje. Eso no es razón para sentirte mal ni
para sentirte culpable o juzgarte, es simplemente observando la
resistencia que todavía hay en la mente para poner en practica el
perdón. Eso es todo.
Recuerda que si no hubiese culpa
inconsciente en la mente, no estaríamos aquí, esta experiencia física no
tendría lugar. Por lo tanto, todo lo que podemos hacer aquí es
simplemente perdonar y nada mas. Así que no hay razón por la que tengas
que sentir miedo, es simplemente parte del proceso de despertar de este
sueño. Le tienes miedo a la luz, le tienes miedo al amor y mas que nada,
tienes miedo a dejar este mundo con todos tus apegos, amigos, familia,
etc., porque de verdad crees que pierdes algo.
Permíteme compartir un extracto del curso que mas o menos explica la tentación de no querer despertar.
"Y
ahora te encuentras aterrorizado ante lo que juraste no volver a mirar
nunca más. Bajas la vista, al recordar la promesa que les hiciste a tus
"amigos". La "belleza" del pecado, la sutil atracción de la
culpabilidad, la "santa" imagen encerada de la muerte y el temor de la
venganza del ego a quien le juraste con sangre que no lo abandonarías,
se alzan todos, y te ruegan que no levantes la mirada. Pues te das
cuenta de que si miras ahí y permites que el velo se descorra, ellos
desaparecerán para siempre. Todos tus "amigos", tus "protectores" y tu
"hogar" se desvanecerían. No recordarías nada de lo que ahora
recuerdas." T-19.IV.D.6:1-6
Observa la primera linea, “Y ahora te encuentras aterrorizado ante lo que juraste no volver a mirar nunca más.” T-19.IV.D.6:1
Juraste
que no ibas a poner tu atención en el mundo y solo en la paz de Dios,
no obstante ante esa promesa que está a punto de cumplirse te encuentras
atemorizado.
Luego te dice, “Bajas la vista, al recordar
la promesa que les hiciste a tus "amigos". La "belleza" del pecado, la
sutil atracción de la culpabilidad, la "santa" imagen encerada de la
muerte y el temor de la venganza del ego a quien le juraste con sangre
que no lo abandonarías, se alzan todos, y te ruegan que no levantes la
mirada.” T-19.IV.D.6:2-3
Bajas la vista es como decir que en
vez de mantener tu atención en la luz, que es hacia donde te dirigías
(despertar del sueño), bajas la vista y te pones a pensar si eso es lo
que quieres hacer y dejar a un lado todo lo que crees que querías, ese
mundo que tanto adoraste y anhelaste, esas metas soñada, esos logros,
esas ilusiones, que aunque ahí no había nada, crees que pueda que si te
quedas un rato mas encuentres algo.
Es como la persona que es
adicta al juego y va a un casino, ya perdió todo el dinero en efectivo
que tenía, pero cree que su suerte va a cambiar y por consiguiente va al
cajero automático (ATM) y vacía su cuenta de ahorros creyendo que en la
próxima jugada se va a ganar el premio mayor, o por lo menos cree que
puede recuperar lo perdido, y pierde sus ahorros.
Ahora hipoteca
la casa con la esperanza de que algo va a cambiar y así sucesivamente.
Lo mismo hacemos en nuestra vida cotidiana. Sabemos en algún nivel que
aquí no hay nada, pero creemos que si algo cambia vamos a encontrar eso
que sentimos nos falta, por eso acudimos a las relaciones especiales.
Para continuar con la analogía del casino, digamos que este mundo está
lleno de diferentes maquinas traga-monedas. Una se le llama el dinero,
otra la pareja, otra la “salud”, otra el coche nuevo, otra la casa
grande, otra la casa mas grande, otra tener mas de una casa, otra las
metas, otra los hijos, otra la vacación soñada, otra la fama, y vamos de
maquina en maquina en busca de la felicidad, en busca de la paz.
Cuando
corremos por todas las maquinas y reconocemos que no hay paz, solo
placeres temporales que son inmediatamente reemplazados por el dolor, y
por eso vamos a la próxima maquina (placer temporal), según nos cansamos
de ese sube y baja algo sucede. O tomamos consciencia de que tiene que
haber un camino mejor, que por algo el curso nos recuerda; "La
resistencia al dolor puede ser grande, pero no es ilimitada. A la larga,
todo el mundo empieza a reconocer, por muy vagamente que sea, que tiene
que haber un camino mejor,” T-2.III.3:5-6 o la gente busca un medio de escape.
Ese
"escape" podría ser el uso de las drogas, alcohol, trabajo excesivo, la
búsqueda incesante de mas placer, y cuando ya no hay salida, que de por
cierto no la hay, terminan por el suicidio. Por algo se nos recuerda
que la única salida es hacia dentro, que es ahí donde encuentras
la paz, que es ahí donde encuentras al Espíritu Santo, que es ahí donde
encuentras a Cristo, que es ahí donde te encuentras a ti mismo!
Por algo el Espíritu Santo (Cristo) a través del curso nos recuerda: “Si
quieres ser como yo, te ayudaré, pues sé que somos iguales. Si quieres
ser diferente, aguardaré hasta que cambies de parecer. Yo puedo
enseñarte, pero tú tienes que elegir seguir mis enseñanzas." T-8.IV.6:3-5
Él
puede enseñarte, y lo hace constantemente cada vez que retornas tu
atención a la paz de Dios. Permíteme compartir algo que le dije a una
amistad hace poco.
El me comentó: “Aquí avanzando Nick. Viendo como todo se mueve. Con unos grandes miedos surgiendo pero en frente y sintiendo.”
Mi comentario hacia él fue: “Asimismo
es, limpiando todo ese velo que hemos puesto por temor a descansar en
esa paz que aparenta ser un vacío pero finalmente lo que en realidad és,
es un descanso. Creemos que descansar en ese vacío significa perder
algo que queremos pero en realidad descansar en ese vacío nos da la
oportunidad de más conscientemente observar.
Lo importante
no es necesariamente no experimentar miedo sino que poder observarlo de
manera que no le tengamos miedo a ese sentir que se interpreta como
miedo, y que luego lo asociamos con nuestras circunstancias para
distraernos una vez más de ese espacio que no lo puede tocar nada.
Según
nos vamos sintiendo más cómodos estando en ese espacio que es nada más
que el momento presente podrás entonces observar objetivamente como las
circunstancias y tu entorno se acomoda. Y lo que se tenga que hacer se
hará de la misma manera que lo que no se tenga que hacer no habrá
necesidad de hacerlo porque a fin de cuentas no hay nada que hacer, sólo
observar lo que hacemos en cada momento cuando nos damos la oportunidad
de descansar, de traer la mente a ese espacio constantemente.”
Por lo tanto, estás cada vez mas experimentando la muerte del ego y todo ese ruido que sientes es “…el
temor de la venganza del ego a quien le juraste con sangre que no lo
abandonarías, se alzan todos, y te ruegan que no levantes la mirada.” T-19.IV.D.6:3
No
te asustes, sigue eligiendo ese espacio de quietud, que no es
esconderte de las responsabilidades ni tampoco eludir nada, es
simplemente traer presencia a cada momento, y si sientes alguna
incomodidad, siéntela, pero no la juzgues. A fin de cuentas todo pasa, y
las circunstancias, cuales quiera que sean, no son sino que atentos de
la mente para distraernos de lo único que hay; este momento!
Y en
este momento se pueden experimentar todo tipo de sensaciones. Y solo se
te pide que te rindas a este momento, que no lo analices, que no te
critiques, que no hagas nada, sino que ríndete! Ríndete al sentir,
ríndete a lo que es, que por algo mi libro se titula, Lo Que Pasa Cuando Dejas Ir,
y entonces nada podrá distraer tu mente de la paz que está ahí que no
necesita razón, que no necesita excusa, que no necesita nada pues es la paz que sobrepasa todo entendimiento.