Pregunta: “Hola
amigo ya te he escrito una vez hace tiempo, pero necesito una pequeña
guía tuya si tienes tiempo. Entiendo que soy el espacio donde parecen
ocurrir todo lo que creemos que ocurre, digo entiendo porque sigo
sintiéndome separada. Un Yo que sigue percibiendo a otros diferentes y
que siento oposición de ideas o cualquier cosa. ...no se ...Y realmente
existe la envidia? o es uno mismo castigándose o criticándose...???
gracias por tu atención! Buena Vida! saludos! desde Venezuela”
Comentario:
La pregunta no es si “existe” la envidia sino que reconocer que esa
sensación la cual se le etiqueta como envidia se está generando de una
creencia que dice que soy un ser separado de todos y que me comparo con
otros para ver si valgo o no. Siento “envidia” de ti porque creo que tu
tienes algo que yo no tengo o que a mi me falta, y por lo general
miramos a objetos, estilos de vida, actitudes que creemos le pertenecen a
“otros” y que no tenemos o deseamos.
Eso sucede cuando todavía
creo que quiero algo del mundo. Pues si quiero algo del mundo no puedo
sino que estar identificado con el personaje, que seria lo mismo que
decir que si quiero algo del mundo es que todavía estoy identificado con
la carencia. Por lo tanto si quiero algo del mundo y no lo tengo pero
veo a alguien que sí lo tiene eso puede generar una sensación, que
aunque no tiene significado en si, la etiquetamos “envidia” para
justificar la historia que la mente se está haciendo con relación a esa
sensación.
Pero cuando se dejan a un lado las ideas de que soy un
personaje separado de Dios, se pueden observar las diferencias en el
mundo sin utilizarlas como medios para ver si mi vida está bien de
acuerdo a las reglas (creencias) que yo haya decidido aceptar.
Por
lo tanto, si siento alguna sensación de carencia que por lo general eso
siempre va a ocurrir cuando me comparo con otros, es una oportunidad
para traer presencia a ese espacio, a ese sentir, y dejar de
identificarme con el que está sintiendo de manera que pueda observar,
una vez más, con total presencia. Puedo entonces en mi mente recordar
que lo que siento es solo eso y que no tiene nada que ver con lo que
realmente Soy. Soy paz, soy unidad, soy aceptación.
Ya la mente
identificada con ese espacio de receptividad, puedo entonces recordar
que mi fuente es el amor de Dios, el cual en este momento lo puedo
experimentar. Ahí es donde dejo de darle poder a ese sentir, donde no
permito que las historias que la mente quiera hacer a raíz de ese sentir
me distraigan de este momento y descanso en esa paz, en total
aceptación de ese sentir, que no la define ni circunstancias, ni
opiniones, ni creencias, ni significados.
Ahí
puedo recordar que soy el observador de la experiencia, no la
experiencia en si. Ahí es donde me puedo percibir como el espacio, y no
como solo una parte del espacio.
Me gustaría no obstante ir ahora
a la primera parte de tu pregunta porque esto que comparto, para que
haga sentido, no se utiliza como varita mágica para eliminar un sentir o
para “resolver” nada.
Cuando preguntas, “Entiendo que soy
el espacio donde parecen ocurrir todo lo que creemos que ocurre, digo
entiendo porque sigo sintiéndome separada. Un Yo que sigue percibiendo a
otros diferentes y que siento oposición de ideas o cualquier cosa…” Por cierto cuando dices, “…un “Yo” que sigue percibiendo a otros…”,
solo para efectos de clarificación, sería un “yo” con letra minúscula.
Pues el “Yo” con letra mayúscula no se siente separado de nada. Es el
“yo” (ser humano, personaje) que creo ser el que se percibe separado.
Solo era un detalle, ahora continuamos con lo que quería compartir.
Lo
que sucede es que queremos poner en practica esta enseñanza pero no
queremos dejar a un lado la identidad de ser un ser humano separado de
Dios en un mundo de separación. En otras palabras, quien está haciendo
esa pregunta es el “yo” mismo que se tiene que deshacer.
Por
lo tanto, el espacio que nos brindamos para la practica del perdón, es
mas bien un espacio donde por momentos dejamos la mente libre de
interpretaciones, donde descansamos en un espacio de total y completa
aceptación, sin hacer historias, practicando un desapego, una soltura
total. Por algo mi libro se titula, Lo Que Pasa Cuando Dejas Ir.
Desde
ese espacio es que podemos recordar que somos mente, que somos paz, no
que somos cuerpos pensando o cuerpos meditando o cuerpos haciendo cosas.
Y obviamente esto es algo que con palabras no se puede explicar.
En
mi caso, solo para dar un ejemplo práctico, practico darme espacios de
completa serenidad, y mientras me integro en la vida cotidiana tomo
consciencia de que lo que percibo a través de mis sentidos no tiene nada
que ver con lo que realmente Soy, y reconozco que durante el día me
distraigo, por eso es que practico. Si no tuviese nada que sanar no
estaría aquí.
Por ejemplo, mientras escribo éstas palabras
reconozco que me las estoy escribiendo a mi, que no hay nadie a quien
éstas palabras le fuesen a llegar, y a veces me cuestiono si “debería”
continuar haciendo esto. Sin embargo ya ni eso juzgo. Simplemente confío
en que éstas palabras se están escribiendo porque así está ocurriendo y
nada mas.
Solo tengo que atender a mi sentir, a
mi paz, y confiar en lo que el personaje esté aparentando hacer sin
darle ningún tipo de importancia. Obviamente si mi mente esta en
conflicto, no voy a "justiciar" lo que haga, simplemente reconozco que
hay una oportunidad para perdonar, y desde ahí, confío en lo que el
personaje se encuentra haciendo.
Esto por lo general genera
incomodidad debido a que hay miedo de soltar la identidad con la que nos
hemos apegado tanto. El "yo" quiere ser visto, quiere ser escuchado,
quiere sentirse "especial." Por algo se nos recuerda, “En primer
lugar, tienen que pasar por lo que podría calificarse como un "período
de des-hacimiento". Ello no tiene por qué ser doloroso, aunque
normalmente lo es.” M-4.I.A.3:1-2 Otro extracto sería, "No hay
afirmación que el mundo tema oír más que ésta: No sé lo que soy, por lo
tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo
considerar al mundo o a mí mismo. Sin embargo, con esta lección nace la
salvación. Y lo que tú eres te hablará de Sí Mismo." T-31.V.17:6-9
Pero
esa no es razón para sentir miedo. Simplemente mientras juegue el papel
de ser un ser humano en un mundo de separación, donde todavía me
percibo como un cuerpo que existe y que por lo tanto respiro a diario,
pues lo alimento, hago ejercicio, me comunico con “otros” cuerpos, toco
la guitarra, hablo con personas, voy a un medico si siento la necesidad
de hacerlo sin hacer historias de nada de ello. No obstante, mientras
hago lo que hago en el mundo, practico a diario descansar mi mente en
quietud, serenidad, y es ahí donde poco a poco se puede ser mas
consciente.
De lo contrario me la pasaría leyendo libros de
espiritualidad, meditando por horas, leyendo el curso, lo cual esta bien
pues es parte del proceso, solo que ese proceso, si no se está
consciente se puede utilizar para mantener mi identidad separada aun
cuando creo que estoy haciendo alguna practica que me lleve a la
experiencia de la que estamos aquí compartiendo.
Por algo Un
Curso de Milagros tiene un Libro de Ejercicios. Pero si me sigo
identificando con el miedo (ego) hasta los ejercicios se tergiversarán
para que el sistema de pensamientos del ego los interprete. Por algo el
curso nos recuerda: “He tomado las máximas precauciones para usar
palabras que sean casi imposible de distorsionar, pero siempre es
posible tergiversar los símbolos si así se desea." T-3.I.3:11
Pero
no pasa nada, pues si ya estoy en el proceso, se puede decir que estoy
en el camino de regreso a Casa, solo que la resistencia (elegir el
sistema de pensamientos del ego) es la que va a hacer que el proceso
aparente ser mas largo de lo necesario. Esto me recuerda un extracto del
curso donde me dice:
“No te contentes con la idea de una
felicidad futura. Eso no significa nada ni es tu justa recompensa. Pues
hay causa para ser libre ahora. ¿De qué sirve la libertad en forma de
aprisionamiento? ¿Por qué habría de disfrazarse de muerte la liberación?
La demora no tiene sentido, y el "razonamiento" que mantiene que los
efectos de una causa presente se tienen que posponer hasta un momento
futuro, es simplemente una negación del hecho de que causa y
consecuencia tienen que darse simultánea-mente. No es del tiempo de lo
que te tienes que liberar, sino de la diminuta brecha que existe entre
vosotros. Y no dejes que ésta se disfrace de tiempo, y que de este modo
se perpetúe, ya que al haber cambiado de forma no se puede reconocer
como lo que es. El propósito del Espíritu Santo es ahora el tuyo. ¿No
debería ser Su felicidad igualmente tuya?” T-26.VIII.9:1-10
Por
consiguiente, en tu caso, lo que compartiría es hacer la practica
diaria de esos espacios de silencio y quietud, y confiar en el proceso.
Liz Cronkhite comparte cuatro hábitos para la paz interior y me gustaría
compartirlos contigo, pues es una buena practica. Los puedes leer
haciendo click en el siguiente enlace de mi blog:
http://www.theradicalkid.blogspot.com/2014/03/los-cuatro-habitos-para-la-paz-interior.html