Aunque esto sea difícil de creer, para yo poder sentirme separado de Dios requiere muchísimo esfuerzo. Esfuerzo debido a que para sostener este personaje, esta imagen que tengo de mí mismo, tengo que aferrarme a los pensamientos que tengo sobre mi mismo y por encima de todo sostenerlos a toda costa. No es que ellos me eligen a mi sino que yo me aferro a ellos. Sin embargo para experimentar la paz que realmente soy no tengo que hacer absolutamente nada. Simplemente tengo que dejarme ser. Elegir el Espíritu Santo es estar dispuesto a soltar todos los conceptos que tengo sobre mi mismo y el mundo, todas las creencias, ideas, opiniones, en fin, todo lo que creo “saber.”
Digamos que estás durmiendo. En ese estado
de completa serenidad lo que hay es una mente tranquila descansando. Luego la
mente se pone a soñar. El soñar es una elección y para elegir eso requiere
esfuerzo. Ese esfuerzo es el que la mente utiliza para fabricar un sueño. Por
lo tanto, el sueño, aunque esas imágenes aparenten ser “reales” son simplemente
pensamientos huecos que no tienen fundamento alguno. Por algo el curso nos
recuerda: “Has depositado tu fe en los símbolos más triviales y absurdos:… en
una lista interminable de cosas huecas y sin fundamento a las que dotas de
poderes mágicos… ” W-pI.50.1:1-3
Le dotas de poderes mágicos porque esta
experiencia física es simplemente un pensamiento en la Mente que
“supuestamente” sueña esta experiencia y no la realidad. Y elegir ese
pensamiento de separación requiere esfuerzo. Y la culpa inconsciente, el miedo
a dejarme ser, és la que me lleva a elegir ese pensamiento de separación
conocido como ego.
Así que si quiero experimentar esa paz de
la cual el curso tanto nos habla, tengo que estar dispuesto, a raíz de mi
pequeña dosis de buena voluntad, a soltar todos los conceptos que tengo sobre
mi mismo, sobre el mundo, y traer presencia a este y cada momento. Eso es lo
único que se requiere de mi, y eso no requiere esfuerzo. Eso solo requiere
voluntad, el deseo de elegir la paz sobre todas las cosas.
El Espíritu Santo nos ofrece una y otra vez
Su tranquilidad, Su amor, Su paz, Su quietud, Su apoyo, y no tenemos que hacer
nada especial para ello. No hay que “ganárselo” sino que solo descansar en este
instante en completa aceptación.
Entrégate al silencio, entrégate al vacío,
entrégate a la nada que lo es Todo, entrégate al Amor, a la Paz, en fin,
entrégate a este instante. No intentes que entenderlo. Solo confía. Eso es todo
lo que hay que hacer.