En una conversación reciente una amistad me preguntó, “Nick, ¿que has aprendido en este año?” Su pregunta se basa en que según ella, es importante siempre aprender algo nuevo. Me comentó, entre las cosas que aprendió, que es importante para ella tener metas porque si no su vida no tendría sentido. Se la pasaría en su casa distraída con algún juego o televisión, etc. Obviamente es una persona muy joven y todavía tiene mucho en la vida por explorar y vivir.
Cuando reflexioné sobre su pregunta, me di
cuenta de que lo que he aprendido, y eso es algo que en realidad ha sido el
mismo aprendizaje en los últimos años, es que no se absolutamente nada. Todo el
sufrimiento, todo miedo, toda decepción, todo problema, todo estrés, en fin,
toda experiencia que me llevó a experimentar tanto dolor surgió a raíz de yo
creía “saber”.
Creía que sabia lo que quería, creía que
sabia como conseguirlo, creía que sabia lo que tenia que hacer y que decir,
etc. No obstante, según he dejado de intentar “controlar” la vida, que por
cierto, algo que sí aprendi es que nunca la controlé y que nunca la podré
controlar, he observado una paz y una tranquilidad al permitir que las cosas
sean con son.
¿Significa eso que me voy a quedar viendo
televisión en un sillón “confiando” en que la vida va a hacer las cosas por mi?
¡No! Lo que sí significa es que cuando dejo mi pasado, lo que he “aprendido”, a
un lado, y me abro a cada momento presente, la vida misma me inspira a que
decisiones tomar, a que hacer, a como manejarme en el mundo, mas todo lo que
necesito se me provee para recordar una y otra vez que mi sustento es la vida.
Otras palabras para vida serían amor, paz.
Eligiendo la palabra paz como substituto a
la palabra vida ya que la palabra amor tiene tantas interpretaciones confusas,
si permito que la paz sea lo mas importante en mi vida, no tengo que
preocuparme por que decir ni que hacer. La vida misma se hace a través de mi. Y
en vez de pensar en un futuro, buscando que hacer o que no hacer, observo el
trayecto de la misma y me dejo sorprender una y otra vez con lo que se ha
hecho.
Si hubiese intentado planear la vida que he
vivido, hubiese sido completamente imposible. Las personas que he conocido, los
lugares que he visitado, las cosas que he hecho, los recursos que se me han
proveído, en fin, si hubiese intentado establecer todas esas experiencia como
metas, cualquiera me hubiese dicho que esas metas no son realistas.
Pero yo no estoy aquí para establecer metas
realistas o no realistas. Yo estoy aquí para ponerme al servicio de la vida.
Ella sabrá que hacer conmigo en cada momento. Por lo tanto, siento que una
buena oración para comenzar este nuevo año, y por consiguiente todos y cada uno
de los años siguientes seria:
“Oh, Señor, hazme un
instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve
yo el Amor.
Donde haya ofensa, que
lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que
lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve
yo la Fe.
Donde haya error, que lleve
yo la Verdad.
Donde haya desesperación,
que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que
lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo
no busque tanto ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.
Porque es:
Dando , que se recibe;
Perdonando, que se es
perdonado;
Muriendo, que se resucita a
la Vida Eterna.”
Si me preguntan que sería importante
aprender, sería aprender esa simple oración de San Francisco de Asís
Mientras tanto, ¡Feliz Año
Nuevo!