“Entregarle un problema al Espíritu Santo para que Él lo resuelva por ti, significa que quieres que se resuelva. Mas no entregárselo a fin de resolverlo por tu cuenta y sin Su ayuda, es decidir que el problema siga pendiente y sin resolver, haciendo así que pueda seguir dando lugar a más injusticias y ataques.” T-25.IX.7:5-6
Recordemos que lo que le entregamos al Espíritu Santo es nuestra percepción errada no un problema en sí. Me explico; ya sabemos que el único problema es la creencia en la separación y por consiguiente la única solución es recordar que somos Unidad y no seres separados.
No obstante, al creer estar aquí, y experimentando un “problema”, lo que me hace reaccionar nunca es el aparente problema sino que mi interpretación de él. Esa interpretación está siempre basada en la creencia de que yo existo y por consiguiente de que el problema, sea cual sea, es real por lo cual mi sentir se justifica con ese aparente problema.
Dado ese el caso lo que se requiere del Espíritu Santo para que ese problema deje de afectarme es un cambio de mentalidad, una corrección de percepción y no un “resolver” el problema.
Si el “resolver” ese problema fuese la contestación a mi pedido, eso no erradica la culpa inconsciente simplemente la esconde haciéndome creer que la razón por la cual me siento “bien” es porque ese “problema se resolvió, dándole así poder al mundo de las formas haciendo del mundo y de mis experiencias la razón por la cual me siento “bien” o “mal.” En otras palabras, haciendo el mundo de las ilusiones real en la mente.
Eso no significa que una “solución” en el mundo de las formas no vaya a aparecer. A lo que voy es, si el “resolver” ese problema simplemente continua perpetuando la culpa inconsciente, entonces por lo general el problema (percepción errada) continua hasta que finalmente me pueda rendir y abrirme a Sú sistema de pensamiento, que a final de cuentas lo que me brinda es lo que realmente deseo, paz interior.
Cristo por ejemplo no iba por el mundo “curando” enfermos. Si ese fuese el caso los hubiese curado a todos. El simplemente restauraba la paz en la mente en aquellas personas que estaban abiertas a su mensaje, y como consecuencia ellos experimentaban una sanacion. Cristo, Espíritu Santo, o como quieras llamarlo AHORA MISMO, en nuestra mente puede restaura la paz, si lo elegimos a Él.
Volviendo al tema, por lo general queremos entregarle al Espíritu Santo nuestros problemas para que Él los resuelva sin darnos cuenta que lo que en realidad queremos es no mirar la culpa inconsciente y querer seguir sintiéndonos separados, solo que mas cómodos. Es como decir, “Espíritu Santo, aquí te entrego este problema para que tu lo resuelvas mientras yo continuo queriendo sentirme como un individuo separado en este mundo, solo que mas tranquilo, mas “feliz.” Es como la oscuridad decir, “quiero ser luz, pero no me saques de la oscuridad.”
Y es por eso que queremos elegir al Espíritu santo cuando tenemos problemas, pero no queremos hacer el trabajo diario de darnos espacios de quietud para discernir conscientemente y recordar que nuestra realidad es paz y no conflicto.
Cuando se practica a diario el deseo de solo querer la paz de Dios, entonces el mundo de las formas se convierte en un currículo a través el cual se pueden observar los obstáculos a la paz. Todos nuestros problemas, o mejor dicho, nuestra reacción a ellos se convierten en oportunidades para sanar. Y es ahí donde conscientemente le pedimos al Espíritu Santo que resuelva nuestros problemas, que seria lo misma que decir, que corrige nuestra percepción de ellos, o como dice la lección 28, “Por encima de todo quiero ver las cosas de otra manera.” W-pI.28