Pregunta: “Hola Nick, gracias por todos tus comentarios. Hace unos días estuve en un taller de silencio y la aceptación era una de las metas a alcanzar. Aceptar que todo lo que hay lo he creado yo porque es así como lo deseo exactamente.
O lo
acepto o lo rechazo. Bien, pero en dicho taller había un ruido de una caldera
que molestaba un poco, así que el facilitador nos dice que el acepta ese ruido
plenamente pero que por favor vaya alguien a pararlo. Claro, a mí se me ocurre
plantearle la cuestión, Si realmente aceptas ese ruido porque un segundo
después intentas eliminarlo ¿??
Su
respuesta fue que el sacrificio no forma parte de la aceptación. Bien, es
evidente que hay algo que yo no entiendo, y que me gustaría que si te apetece,
me abrieras mi mente a comprender este tema. Muchas gracias de nuevo.”
Comentario: Primero que nada la aceptación no es una meta a alcanzar, ni es
algo por lo que hay que trabajar. La aceptación es solo eso. Aceptar lo que es.
Si intentas alcanzar la aceptación, estás por consiguiente ya negando la
aceptación.
Segundo, cuando dices, “Aceptar que todo lo
que hay lo he creado yo porque es así como lo deseo exactamente,” hay que tener
un poco de cuidado con como se interpretan esas palabras. Sí, hay un extracto
del curso que nos dice: “Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido,
y se me concede tal como lo pedí.“ T-21.II.2:5
Lo que pedí fue sentirme como víctima o
sentir paz, no las circunstancias que "veo". Lo que se me concedió
fue mi interpretación de ellas lo cual tiene que ver con que maestro me
identifico en cada momento. Por eso es que en todo momento tenemos solo un
libre albedrío, el de elegir el sistema de pensamientos del Espíritu Santo o el
del ego. Si elijo la completa aceptación, elijo paz. Si elijo mi
interpretación, elijo el conflicto y en los dos casos experimento exactamente lo
que pedí, paz o conflicto.
Así que tu no pediste que esa caldera
sonara. Pero si la interpretas como algo malo, como algo que te molestas, como
algo que no “debería” estar así, lo que pediste fue sentirte víctima y por
consiguiente experimentas incomodidad. Pero si aceptas esa caldera con su ruido
sin hacer interpretaciones, en otras palabras, aceptando lo que es, entonces se
te concede lo que pides, que es paz, ya que la paz no tiene nada que ver con
que la caldera haga ruido o no.