Pregunta: “Sé
que puede sonar banal lo que te voy a preguntar, pero me interesa
conocer tu opinión sobre esto. Habitualmente, vivo la experiencia de la
separación de forma más o menos aguda, hay días en que me siento más
conectada y en otros me siento como un fragmento diminuto completamente
separado y alejado del universo. El tema es que hace poco descubrí,
también, mi deseo de ser especial. No me agrada en absoluto. No me
agrada sentirme especial ni querer ser especial. No lo puedo acallar.
Esto me preocupa porque creo estar juzgando mi sentir. La pregunta,
entonces, es: ¿Cómo trasciendo mi deseo de ser especial? Quisiera
preguntarte ¿cómo debo eliminarlo? ¿cómo ahogarlo o anularlo?
Pero
he optado por la primera opción porque creo que es la más adecuada.
Esto surgió a raíz de una relación que vivo como conflicto.
Concretamente, me gusta alguien y la cosa es recíproca, pero la historia
“no puede ser”. En el intento de deshacer este conflicto llegué a la
conclusión de que creo que es el otro quien me hace sentir especial,
pero en realidad ¿solo se trata de un deseo proyectado? El otro no es la
causa de lo que a mí me pasa, soy siempre yo la causa, ¿verdad?
En
la relación con el otro, me siento especial y eso, en ese momento, lo
juzgo agradable, la sensación es placentera, pero cuando me doy cuenta,
cuando tomo conciencia de que en la base de todo esto está mi deseo de
ser especial porque creo ser carente de algo que el otro tiene, ahí se
me desploma todo porque no sé qué hacer con este deseo de ser especial.
Es como si hubiera sacado de mí misma una bomba y la tengo entre las
manos pero no sé qué hacer con ella porque sé que si la arrojo, donde
caiga, causará daño. Por eso pregunto: ¿cómo hago para que la otra
persona me sea indiferente? ¿Cómo logro verlo igual a todos y no
especial y diferente de todos? ¿Cómo trascender mi deseo de ser
especial? ¿Un único problema, una única solución? ¿Es el Perdón la única
solución? ¿La total aceptación? ¿Y ya? Muchas gracias.”
Comentario:
El deseo de ser especial es el deseo de sentirse uno separado de Dios.
Esta experiencia física resulta de el deseo de querer sentirse uno
especial. Lo que percibo en tu pregunta es que te sientes culpable por
sentirte especial y ahora quieres dejar de sentirte especial a raíz de
la negación de tu deseo de querer sentirte especial. Por consiguiente te
encuentras en conflicto contigo misma.
Cuando preguntas, “¿Cómo trasciendo mi deseo de ser especial? Quisiera preguntarte ¿cómo debo eliminarlo? ¿cómo ahogarlo o anularlo?...,“
lo primero que hay que estar consciente es de, ¿quien es el “yo” que
está haciendo esas preguntas? Pues ese es el “yo” que se tiene que
deshacer. Y ese es el “yo” que no quiere ser deshecho y ahora se culpa a
si mismo por creer que no quiere seguir sintiéndose especial. Es un
callejón sin salidas. Es un perro persiguiendo su cola en círculos.
Por
encima de todo te sientes culpable porque no quieres sentir lo que sea
que estés sintiendo porque eso significa que estás reforzando tu deseo
de seguir queriendo sentirte especial. El trabajo de un curso de
Milagros no es el que tú intelectualmente busques la manera de dejar de
sentirte especial. Eso es prácticamente imposible con el sistema de
pensamientos del ego, que es con el que estamos identificados.
Esa
forma de pensar es la que puede llevar a individuos a intentar negar
sus experiencias, a intentar rechazar su sentir, inclusive a hacer
sacrificios innecesarios en nombre de alcanzar una supuesta
“iluminación” o un supuesto “despertar”. En tu caso, en nombre de
intentar dejar de ser especial.
El espíritu Santo no te pide que
niegues ninguna experiencia por miedo a que vayas a seguir reforzando
tu deseo de ser especial. Lo que te pide es que utilices todas tus
experiencias para que tomes conciencia de que no tienen nada que ver con
tu realidad y por consiguiente la culpa inconsciente que se le quiere
proyectar a las imágenes se vaya deshaciendo.
Si te sientes
atraída a tu pareja por ejemplo no se te pide que niegues ese deseo sino
que seas consciente de que tu pareja no es la que te causa ese
sentimiento. Eso es tomar responsabilidad, eso es ser consciente, y es
ahí como el Espíritu Santo puede utilizar esa experiencia para apoyarte
en recordar que el mundo no es causa de lo que tu sientes sino que lo
contrario. El mundo es “…la imagen externa de una condición interna." T-21.In.1:5
Según
vas quitándole el especialísimo a cada una de tus experiencias tu deseo
de sentirte especial se va poco a poco deshaciendo. No tienes tú que
hacer nada ni tampoco tienes que sentirte culpable por lo que sientes.
Simplemente observas todas las distracciones con una mente abierta e
inocente, y en su debido momento la conciencia de lo que eres comienza a
tomar posesión de tu mente.
Cuando estás tú intentando dejar de
ser especial no te das cuenta que le estás dando más poder al deseo de
ser especial. Es como la famosa frase que dice qué lo que resistes
persiste. Vamos a utilizar el ejemplo de yo compartiendo esta nota para
que veas a lo que me refiero.
Dentro de la lógica de lo que es
sentirme especial si me dejo llevar por el sistema de pensamientos del
ego podría decir, “mi deseo de sentirme especial es lo que me lleva a
contestar esta pregunta porque está reforzando en la mente la creencia
de que hay un ‘yo’ que se encuentra contestando una pregunta a un ‘otro’
que aparentemente la está haciendo.”
Sin embargo, sin yo tener
que sentirme culpable por creer que de alguna manera esto refuerza la
separación y por consiguiente me hace sentir especial, puedo disfrutar
de esta experiencia desde la pura inocencia confiando en que si llega el
momento en el que no me sienta inclinado a compartir comentarios eso
sucederá en su debido momento. Y no será por yo querer dejar de sentirme
especial sino que simplemente porque es lo que ocurrirá muy
naturalmente en el currículo de aprendizaje diseñado para mí, de manera
que pueda recordar lo que realmente soy.
¿Ves como no hay culpa?
Solamente un disfrute inocente que de ninguna manera afecta mi camino
hacia el despertar del sueño. Y este disfrute inocente lo puedo
experimentar con el sentimiento que surge si me siento atraído a una
pareja, o si tengo deseos de componer una canción o hacer algo. Una vez
mas, siempre y cuando no haga nada especial de ello. Es un inocente
observar de la vida transcurriendo a través de mi, sin expectativas de
nada, sin intenciones de nada. Solamente un observar, un sentir, un
dejar ir en la plena confianza de la vida misma. “Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino.” W-pI.155
En
resumen lo que podría compartir es dejar a un lado todos esos deseos de
no querer sentirme especial y aceptar que quiero sentirme especial y
por eso me encuentro experimentándome como un cuerpo en un mundo físico
separado de Dios. Y ahora sin sentirme culpable por ello empezar a mirar
todas las diferentes maneras en las que me encuentro distraído para
retornar la mente al presente, a sentir profundamente lo que esté
sintiendo en cada momento sin culpar a nadie ni a nada por ello, sin
justificar lo que esté sintiendo, sobre todo sin sentirme culpable por
estar sintiendo. Ahí es donde abro la mente para que el Espíritu Santo
pueda hacer la corrección mientras que yo simplemente confío en el
proceso.
Todos queremos sentirnos especial. Por eso es que
estamos “aquí.” Sin el deseo de sentirse uno especial, en otras
palabras, sin el deseo de sentirse uno separado de Dios, solo se
experimentaría unidad.
Así que sin hacer nada “espacial” de todo
eso, lo que dará testimonio de que el proceso del perdón trabaja no es
el que yo deje de sentirme especial sino que en general me siento más
tranquilo, más en paz, más desapegado, y a eso se le conoce como el
sueño feliz. Luego llegará el momento en el que se deje el cuerpo a un
lado y si no hay miedo a Dios (culpa inconsciente) despierta uno de este
sueño, un sueño que nunca sucedió.