Comentado: El dolor de no poder concebir simplemente tiene lugar al tu creer que tu realidad es ser éste personaje que vive en este mundo de separación. Pues es aquí donde se experimentan los deseos y los apegos. Al Sentirnos separados de Dios, separados de la Fuente, experimentamos carencia y ahora queremos llenar ese vacío con experiencias en el mundo.
Es por eso que la lección 50 nos recuerda: “El Amor de Dios es mi sustento: He aquí la respuesta a cualquier problema que se te presente, hoy, mañana o a lo largo del tiempo. Crees que lo que te sustenta en este mundo es todo menos Dios. Has depositado tu fe en los símbolos más triviales y absurdos: en píldoras, dinero, ropa "protectora", influencia, prestigio, caer bien, estar "bien" relacionado y en una lista interminable de cosas huecas y sin fundamento a las que dotas de poderes mágicos… Todas esas cosas son tus sustitutos del Amor de Dios. Todas esas cosas se atesoran para asegurar la identificación con el cuerpo. Son himnos de alabanza al ego. No deposites tu fe en lo que no tiene valor. No te sustentará.” W-pI.50.1:1-3…2:1-5
Tomando conciencia de que las preguntas que se me hacen las contesto basadas en la enseñanza no dualistas de lo que es Un Curso de Milagros voy a abordar tu inquietud siendo consciente que no todo el mundo querrá oír este tipo de contestación. Sin embargo la voy a desglosar por partes para que veas como toda experiencia aunque sean deseos mundanos pueden ser útiles para nuestro proceso de despertar y regresar a Dios.
El sistema de pensamientos del ego es el que está interesado en tener hijos en tener una familia pues es así como el deseo de ser especial se perpetúa en el mundo de las formas, o mejor dicho en la mente, sirviendo así como distracción a la Verdad.
Recordemos que el deseo de ser especial proviene del miedo a Dios y por consiguiente me quiero esconder de Él por miedo a Su castigo, que no es que Dios me quiera castigar sino que esa és la historia que el sistema de pensamientos del ego me vende y al yo creérmela elijo el ego como mi dios. Dado ese el caso el ego me hace la propuesta de “protegerme” de Dios a raíz de proyectar un cuerpo en el que me puedo esconder y un mundo en el que Dios no me puede encontrar. Esa es la experiencia humana.
Si no hubiese miedo a Dios (culpa inconsciente) no se proyectaría un mundo, un “yo” separado. Solo habría, o mejor dicho se experimentaría lo único que es Real (Unidad) Amor, Dios, no seres humanos separados en un mundo de separación con deseos personales, con apegos, etc.
El Espíritu Santo no obstante su propósito no es que podamos tener las cosas que queremos en el mundo sino apoyarnos a que simplemente despertemos de este sueño de una manera gradual, erradicando primero el miedo para que podamos soñar felizmente sin que el sueño tenga efecto alguno sobre nosotros, pues es así como se prepara la mente antes de despertar. “El Espíritu Santo, siempre práctico en Su sabiduría, acepta tus sueños y los emplea en beneficio de tu despertar. Tú te habrías valido de ellos para seguir durmiendo. Dije antes que el primer cambio que tiene que producirse antes de que los sueños desaparezcan, es que tus sueños de miedo se conviertan en sueños felices.” T-18.II.6:1-3
Para eso tiene que haber un desapego total a las ilusiones y el Espíritu Santo, a raíz de compartir Su visión con nosotros nos apoya a que ese desapego tenga lugar sin nosotros sentir ningún tipo de sacrificio alguno. Y el deseo de concebir muy fácilmente se puede convertir en otro apego.
Esto no implica de ninguna manera que hay algo intrínsecamente malo en desear tener un hijo o una familia. Pero si implica que sí mis deseos personales no los entrego al sistema de pensamientos del Espíritu Santo se convertirán en apegos cuyo propósito es distraernos de la Verdad y por consiguiente perpetuar la creencia en la separación la cual es la fuente de todo miedo y sufrimiento.
Si el deseo de tener un hijo está ahí simplemente se observa y si terminas teniendo un hijo ese sería entonces el currículo perfecto para ti a través del cual podrás utilizarlo para poner en práctica el perdón, el desapego y por consiguiente sanar la mente. Lo bonito de ser consciente de este proceso es que los deseos personales se pueden observar inocentemente sin culpa alguna.
De esa manera se dejan en manos del Espíritu Santo. Si los mismos se cumplen, al cambiarle su propósito sirven del currículo perfecto para poner en práctica el perdón y sanar la mente de la creencia en la culpabilidad y el miedo.
Es por eso que el curso nos recuerda : “He dicho repetidamente que el Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones especiales, sino transformarlas.” T-17.2:2 Si no se cumplen, como no hay apego a esos deseos, la mente se mantiene en paz sin dejarse distraer por ellos.
Siempre es bueno recordar que el ego utiliza nuestros deseos para distraernos de la verdad. Pero al cambiar de mentalidad el Espíritu Santo los utiliza ahora para sanar la culpa inconsciente, que como compartí anteriormente, es simplemente el miedo que tenemos a unirnos a la verdad, a Dios, y por consiguiente la responsable de proyectar esta experiencia de separación con todos sus deseos y apegos.
Esa culpa inconsciente se va deshaciendo a raíz de poner en práctica el perdón el cual solo requiere que desees la paz de Dios sobre todas las cosas. Eso es todo. Por eso se nos recuerda: “Desear la paz de Dios de todo corazón es renunciar a todos los sueños. Pues nadie que diga estas palabras de todo corazón desea ilusiones o busca la manera de obtenerlas." W-pI.185.5:1-2
Mi experiencia sigue siendo que mientras más me entrego a la paz de Dios, mas disminuyen los deseos del mundo. Y los que surgen no los niego, simplemente observo que ya no tienen el mismo poder de engancharme que tenían antes. Y si alguno de esos deseos continúa vigente por la razón que sea, los observo con total inocencia, sin negarlos, sin resistirlos, y sin sentirme culpable por querer hacer algo con ellos, aún cuando sé que son ilusiones.
Solo voy confiando en que siempre y cuando mi mente esté centrada en su único propósito, el cual es perdonar, confío en que lo que esté ocurriendo en mi vida es lo perfecto, y esos deseos no son necesarios que se cumplan para mi felicidad, son solo historias que se hace la mente para servir de distracción a lo que realmente deseo, recordar lo que Soy, Amor.