“Mas
sólo con que considerases a un solo hermano como completamente digno de
perdón, tu concepto de ti mismo cambiaría por completo. Tus "malos"
pensamientos quedarían perdonados junto con los suyos, al no haber
permitido que ninguno de ellos te afectase. Abandonarías tu empeño de
querer ser el símbolo de su maldad y culpabilidad. Y al depositar tu
confianza en lo que es bueno en él, la depositarías en lo que es bueno
en ti.” T-31.VII.2:5-8
Si integramos ese simple párrafo
nuestra paz y felicidad sería inevitable. Pero para sentir esa Verdad
solo hay que tomar consciencia de qué és lo que nos dice. Si reconocemos
que todo es un pensamientos y que somos parte de ese único pensamiento,
tengo que reconocer entonces que mis hermanos soy yo, que siempre me
encuentro conmigo mismo.
Si percibo a un hermano como
culpable simplemente estoy viendo mi culpabilidad solo que ahora
proyectada a una imagen que aparente estar separada de mi. Si por el
contrario percibo a mi hermano como inocente, voy a sentir la inocencia
en mi y es así como cambia el concepto de mi mismo y por consiguiente me siento mejor ¡YO!
¿Pero
como es posible ver a mi hermano inconsciente sobre todo cuando veo
tanta maldad y ataque “fuera”? Por que no esto consciente de que no hay
nada “fuera” sino que el “mundo” al igual que el “yo” que creo ser son
simplemente diferentes maneras a través el cual la Mente (que es lo que
realmente soy) esta distraída con la creencia de la separación.
Y
aunque yo me perciba como un cuerpo separado, si no hago el trabajo
diario de tomar consciencia de que soy Mente, de que todo lo que mis
ojos creen estar viendo es una proyección, no voy a poder sino que caer
en la trampa del juicio, el ataque y del victimismo.
Por eso los
Instantes Santos, los espacios de quietud son para conscientemente
empezar a discernir entre lo que es real (la paz de Dios) y lo que es
falso (todas las proyecciones, todas las interpretaciones, todos los
pensamientos, todas las creencias). Cuando recuerdo eso, el próximo paso
es reconocer que todo lo que veo es a mi mismo, es parte de mi.
Esa
es la motivación que necesito para dejar de interpretar, para dejar de
juzgar pues por lo menos estoy ya consciente de que solo me estoy
juzgando a mi mismo. Estoy haciendo una interpretación sobre lo que creo
ser, no sobre lo que el “mundo” es.
Es ahí donde se “entrega”
todo pensamientos de juicio, ataque y victimismo para que el Espíritu
Santo pueda compartir Su visión y por consiguiente liberarme yo de la mía. Paradójicamente, no tengo que liberarme “yo” para liberar a mi hermano sino que cuando libero a mi hermano me libero yo.
Por
lo tanto, ¿quieres ver tu juicio y tu ataque? Solo tienes que percibir
juicio y ataque en un hermano, en el "mundo". Si quieres no obstante
liberarte de tu juicio y ataque hacia ti mismo, solo tienes que en vez
de juzgar a tu hermano por lo que tu crees estar sintiendo, por lo que
tu crees que el te hizo, agradecer a tu hermano por enseñarte donde hay
ataque y juicio en ti para invitar a un Nuevo Maestro (Espíritu Santo) a
corregir tu percepción, no de tu hermano sino que de ti mismo, porque solo hay Uno.
Este
trabajo, aunque aparente ser tan obvio y tan simple, lo que lo hace
aparentar ser “difícil” es mi deseo de sentirme especial. En otras
palabras, mi deseo de sentirme separado de Dios, que es por lo que me
siento separado de mi hermano. Y como todo lo que mi sentir muestra es
lo que quiero percibir inconscientemente sobre mi mismo, si hay culpa en
mi, eso es lo que quiero sentir y utilizo el mundo (las proyecciones,
mis hermanos) para justificar ese sentir, ese deseo de sentirme herido,
de sentirme como víctima al proyectar todo lo que siento, todo lo que
creo de mi mismo al mundo.
Según uno hace su practica del perdón,
según uno se brinda más y más esos espacios de quietud, de
discernimiento consciente, éstas palabras impartidas hacen perfecto
sentido y ahora reconocemos que nuestro único propósito es perdonar.
No hay mas nada que hacer, no hay mas nada que decir, solo perdonar, y
agradecer los regalos que se nos brindan a diario para perdonar, para
observar la oscuridad que ahora surge para ser sanada, no juzgada ni
interpretada.
Cuando empieza uno a sentir su inocencia, es así
como se percibirá el mundo. Y no es que el mundo tenga que cambiar, sino
que lo que cambia es nuestra mentalidad acerca de el. Eso es
libertad, eso es paz, eso es felicidad, eso es amor. Agradecido estoy
por cada encuentro de silencio que se me brinda la oportunidad de
facilitar pues ahí solo se recuerda lo que soy; paz, soy inocencia,
nunca estoy solo, soy el Todo!
Por eso en el primer día de cada encuentro de silencio se empieza con lo siguiente:
“Este
es un espacio para experimentar. Aquí no se va ni a enseñar nada ni a
aprender nada, sino a experimentar. Las palabras no son nada más que
ruido, símbolos a los que se les ha dotado significado y que, por ende,
no tienen nada que ver con nuestra realidad. Sin embargo, siendo el
lenguaje aquello que utilizamos para comunicarnos, en este espacio se
emplearán las palabras más bien para compartir lo que estemos sintiendo,
sin enjuiciar ni dar consejos, sino para darnos la oportunidad de expresar en los tiempos designados aquello que creemos sentir.
Sólo
hay dos experiencias que vamos a estar experimentando: paz o conflicto.
Conflicto es todo pensamiento que provoque algún tipo de incomodidad o
inclusive placer. Aquí también vamos a reconocer a través del silencio y
de la introspección, sin indagar ni analizar, sino más bien
sintiendo, que si no estamos experimentando paz es, sencillamente,
porque tomamos la decisión de elegir en contra de ella. Por lo tanto, podemos tomar otra decisión.”