Por
lo tanto, ¿cómo se podría abordar una experiencia como esa de manera
que nos sirva para sanar la culpa inconsciente? Primero tendríamos que
observar el mecanismo del sistema de pensamiento del ego (la culpa
inconsciente), para después elegir conscientemente otro Maestro
(Espíritu Santo, Mente Recta, Cristo, etc.).
Así que
voy a dividir esta nota en tres partes. La primera está enfocada a ver
cómo opera el sistema de pensamiento del ego, de manera que podamos ver
claramente cómo la atención se dirige hacia el mundo de las formas,
manteniéndonos distraídos de la Verdad. Por lo tanto, a esa primera
parte la voy a llamar Las distracciones del ego, seguido por las palabras en mayúsculas y en paréntesis (IMPORTANTE)
El enfoque de la segunda parte de esta nota va dirigido hacia la negación, por lo cual lo voy a titular: El peligro de negar nuestra experiencia, seguido por las palabras en mayúsculas y en paréntesis (MÁS IMPORTANTE)
Y
la tercera parte estará dirigida a cómo actuaría uno cuando se le
presenta una experiencia como esa desde el amor, y no desde la culpa.
Empecemos:
Parte I: Las Distracciones del Ego (IMPORTANTE)
Esta
primera parte para algunas personas pueda que sea muy difícil de
entender, o más bien de aceptar, si todavía hay una fuerte
identificación con la experiencia física como si fuese la realidad.
No
obstante, si queremos erradicar la culpa y el sufrimiento de la mente,
hay que mirar primero el montaje tal como se nos presenta, para que lo
podamos utilizar de manera que conscientemente empecemos a retornar la
atención a lo que verdaderamente es real, que es el amor, del cual somos
parte; la paz de Dios, que mora en todos.
Utilizando
el mismo escenario terrorista, lo primero que tenemos que observar son
las emociones que surgen a raíz de esa experiencia. Esas emociones es la
culpa inconsciente que estaba escondida ANTES de que ese atentado
tuviese lugar, y que ahora se quiere proyectar a esas escenas, de forma
que la culpa se mantenga en nuestro inconsciente y no pueda ser sanada.
Por
ejemplo: Siento rabia porque un terrorista ha matado a alguien. Esa
rabia estaba en mí ANTES de que ese terrorista cometiese ese acto, y
ahora la justifico al proyectarla a una escena que utilizo para
continuar aferrándome a esa culpa, a ese deseo de sentirme separado de
Dios. En este caso la rabia la proyecto al terrorista: “...ese
terrorista es el malo, es el verdugo, es el victimario, y yo soy la
víctima.” Así culpo al mundo, que simplemente refleja la ira que no
quiero ver en mí.
Siento miedo al ver otras personas
muriendo, esa culpa, ese miedo mío a morir lo proyecto a las escenas que
veo “fuera”, para justificar mi miedo a morir, que sería lo mismo que
decir: mi miedo a recordar que soy Uno con Dios, y no este cuerpo
separado viviendo en un mundo de separación.
Siento
tristeza, o sufro por las familias de los asesinados, o por la pérdida
de un familiar. Esa tristeza es la que utilizo para justificar mi deseo
de sufrir, mi deseo de sentirme víctima, solo que la proyecto al
escenario necesario para no tener que soltarla y aferrarme a ella. ¿Pues
quién sería yo sin mi drama, sin mi tristeza, sin mi rabia, sin mi
prejuicio, etc.? Esa es la identidad que no queremos dejar a un lado.
Como
podemos ver, aun cuando sentimos la rabia, la tristeza, el miedo,
estamos en un callejón sin salida si creemos que nuestro sentir tiene
que ver con lo que sucede en el mundo. Y de nuevo, lo que sucede en el
mundo es una proyección basada en la premisa de que “yo” existo. Y ahora
como “yo” existo, “mi mundo” también tiene que existir, y según las
leyes de “mi mundo”, yo tengo que sentirme afectado por él.
Sí,
mientras yo me siga identificado con el cuerpo tengo que respetar esas
leyes. Pero puedo elegir otro sistema de pensamiento, para, por lo
menos, cambiar mi percepción del mundo y no sufrir. No es negar lo que
siento, sino cambiar mi percepción acerca de lo que siento, acerca de lo
que experimento, acerca de lo que creo ver, oír, sentir. Por eso se nos
recuerda: "No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él.” T-21.In.1:7
Cuando el Curso nos recuerda que no hay jerarquía de ilusiones, como por ejemplo cuando dice: “Este
principio procede de la creencia en una jerarquía de ilusiones: de que
algunas son más importantes que otras, y, por lo tanto, más reales”
T-23.II.2:3, lo que nos dice, es que en un sueño no puede haber escenas
más “reales” que otras, sino que todas son igual de irreales, y por
consiguiente, ninguna tiene el poder de afectar al Santo Hijo de Dios
(que está durmiendo). A eso se refiere cuando nos dice: "Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios” T-In.2:2-4
Mirémoslo
de la siguiente manera: ¿Qué diferencia hay entre la rabia que siento
cuando hay un atentado terrorista, a la rabia que siento cuando mi
pareja no hace lo que le pedí? Rabia es rabia.
¿Qué
diferencia hay entre el miedo que siento cuando una persona se está
muriendo a raíz de un ataque de violencia, y el miedo que siento a raíz
de no saber si voy a poder tomar el taxi para llegar a tiempo al
trabajo? Miedo es miedo.
¿Qué diferencia hay entre la
tristeza que siento cuando se ven víctimas de un ataque terrorista, y
ver que mi hijo se va de casa a estudiar a la universidad (si es que
estoy apegado a él)? Tristeza es tristeza.
Y también
podríamos utilizar el ejemplo de la diferencia que hay entre el placer
que siento cuando me como un pastel de chocolate, y la que siento cuando
me vengo o ataco a alguien. Es lo mismo, placer es placer.
Observemos que de lo que estoy hablando es de las emociones, no de los acontecimientos.
A
lo que voy es: todo acontecimiento es de por sí neutro. Las emociones
que siento es la culpa inconsciente que ahora se proyecta a los
acontecimientos para justificarla. Y es por eso que no importa el
acontecimiento en sí, qué tan “grande” o tan “pequeño” sea, si perturba
nuestra paz es simplemente porque estamos haciendo real en la mente esta
experiencia física, la cual nos hace sentir como si fuéramos seres
separados de Dios, separados del Amor, y es por eso que necesitamos
corrección ¡a otro nivel!
Eso es lo que el Espíritu Santo hace por nosotros, si se lo permitimos. “Deshacer no es tu función, pero sí depende de ti el que le des la bienvenida o no.” T-21.II.8:5
Y
es imposible que se le dé la bienvenida si estamos juzgando. Por eso se
nos recuerda una y otra vez de diferentes maneras a través del Curso
que: “Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada,
afirma lo siguiente: No conozco el significado de nada, incluido esto.
No sé, por lo tanto, cómo responder a ello. No me valdré de lo que he
aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora." T-14.XI.6:6-9
No se nos pide que neguemos nuestra experiencia, pues como el Curso muy bien lo plantea: “El
cuerpo es sencillamente parte de tu experiencia en el mundo físico. Se
puede exagerar el valor de sus capacidades, y con frecuencia se hace.
Sin embargo, es casi imposible negar su existencia en este mundo. Los
que lo hacen se dedican a una forma de negación particularmente inútil.”
T-V.3:8-11
Se nos pide que dejemos de ¡interpretarla!
Por lo tanto, cuando leemos extractos del Curso como: “Se
te ha dicho que no le otorgues realidad al error, la manera de hacer
esto es muy simple…. Comprende que no reaccionas a nada directamente,
sino a tu propia interpretación de ello. Tu interpretación, por lo
tanto, se convierte en la justificación de tus reacciones,” T-12.I.1:1,4,5
¿Qué
es lo que nos dice ese extracto? Que nosotros nunca respondemos a nada
en concreto, sino a nuestras interpretaciones. Esas interpretaciones
proceden del sistema de pensamiento con el que nos estemos identificando
en cada momento.
Si me identifico con la culpa, antes
de nada voy a hacer real el mundo en la mente, e interpretaré todas y
cada una de mis experiencias para justificar mi sentir, mi rabia, mi
ira, mi resentimiento, mi tristeza, mi sufrimiento, incluso mi placer,
todo porque creo que soy un ser separado de Dios que reacciona a todo lo
que percibo.
Si por lo contrario, me identifico con
el sistema de pensamiento del Espíritu Santo, las experiencias se
percibirán tal y como son: ¡libres de interpretaciones! ¡libres de
juicios! , por consiguiente experimento !paz!.
Parte II: El Peligro De Negar Nuestra Experiencia (MÁS IMPORTANTE)
El
tomar consciencia de cómo opera el sistema de pensamiento del ego no es
para negar ahora nuestras emociones pretendiendo que no están ahí y
utilizar todos los conceptos que aprendemos en el Curso para auto
engañarnos. Eso puede verse claramente cuando uno está experimentando
miedo, rabia, ira, cualquier emoción que sea, que ahora se las esconde
debajo de; “esto es una ilusión, nada es real, esto no existe, bla, bla,
bla...".
Ese es el mecanismo que el sistema de
pensamiento del ego utiliza para no mirar el contenido de la mente.
Aunque el Curso nos explica muy claramente que todo esto es una ilusión,
NUNCA nos ha pedido que neguemos nuestras experiencias, sino que
elijamos otro Maestro (Espíritu Santo), de manera que podamos afrontar
la oscuridad, que es lo que el Curso llama los obstáculos a la paz.
En
otras palabras, esas emociones que surgen a raíz de la creencia en la
separación, hay que mirarlas, hay que sentirlas, lo que no queremos
hacer, es justificarlas.
Por algo se nos dice: “Escapar
de la oscuridad comprende dos etapas: Primera, el reconocimiento de que
la oscuridad no puede ocultar nada. Este paso generalmente da miedo.
Segunda, el reconocimiento de que no hay nada que desees ocultar aunque
pudieses hacerlo. Este paso te libera del miedo. Cuando ya no estés
dispuesto a ocultar nada, no solo estarás dispuesto a entrar en
comunión, sino que entenderás también lo que es la dicha y la paz.” T-1.IV.1:1-5
“Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz.” W-pI.70.8:5
Por
lo tanto, si ocurre un atentado como el de París, y todo el miedo sale,
no se nos pide que pretendamos que esa experiencia no está teniendo
lugar, evadiendo nuestro sentir. Lo que sí se nos pide, es que no
cometamos el error de creer que nuestro sentir tiene algo que ver con
esa experiencia, pues de lo contrario nos estamos identificando con el
sistema de pensamiento del ego, y no podremos salir de esa encrucijada.
Lo
que se hace ahora, es observar las emociones que salen a la superficie,
las cuales se quieren justificar como si fueran efectos de un atentado
terrorista. Traemos entonces la atención a la causa, que es interna, y
que es la culpa inconsciente. Así el Espíritu Santo puede corregir
nuestra percepción, al igual que con todo acontecimiento, “grande” o
“pequeño”, se utiliza para sanar, para perdonar.
Una
vez más, se aplica el perdón, tanto a la ira que sale cuando hay un
atentado terrorista, como a la ira que sale cuando nuestra pareja deja
la cama sin hacer. Por algo se nos recuerda: “Nunca estoy disgustado por la razón que creo.”
W-pI.5 Pues esa ira que sale, independientemente de la "razón", se
utiliza para dar testimonio de lo mismo, la creencia de que esta
experiencia es nuestra realidad, de que nos separamos de Dios, de que
somos seres separados e indefensos.
Parte III: Cómo Actuar
Una
vez que la culpa inconsciente se va erradicando de la mente, empezamos a
identificarnos con el amor de Dios, el cual es nuestra naturaleza. De
ahí en adelante haremos lo que nos sintamos inspirados a hacer en
cualquier tipo de circunstancia, no porque nos sintamos culpables, sino
que porque eso es lo que el amor naturalmente nos lleva a hacer.
Si
por ejemplo se establece una organización que requiera recursos
financieros para apoyar a individuos que se han visto afectados por esa
situación, el amor mismo decidirá si lo más amoroso será que aportes tu
tiempo, tus recursos financieros, o tu talento.
Si
un individuo que ha sido afectado por esa experiencia te pide que vayas
a la iglesia y te pongas a rezar con él, no juzgas su experiencia,
simplemente lo acompañas a la iglesia y rezas con él, ya que eso es lo
que el amor en ese momento te inspira a hacer.
Como
podemos ver, el Espíritu Santo no nos pide que dejemos de ser humanos,
no nos pide que seamos fríos, simplemente nos pide que nos
identifiquemos con Su sistema de pensamiento, para que la culpa
inconsciente no sea la que dicte nuestras acciones.
Pero
lo importante es siempre ver cómo estamos reaccionando al mundo, porque
a fin de cuentas, solo hay una mente, y el mundo, o bien da testimonio
de la verdad en mí, o da testimonio del miedo en mí, no por lo que está
"sucediendo", sino más bien, por cómo lo estoy interpretando. Y eso lo
decide el maestro con el que me identifico, Espíritu Santo o ego, Paz o
conflicto.
Mientras tanto, desde mi parte “humana”, mi deseo es que la paz de Dios reine en la mente de todos.