¿Si
se te hiciese esa pregunta, que responderías? Por lo general las
respuestas difieren de persona a persona, unas dirían, “tengo miedo de
quedarme sin dinero,” otras, “tengo miedo de enfermarme, o miedo a
morir, o miedo a que mi pareja me deje, o miedo a yo dejar a mi pareja, o
miedo que mis hijos les pase algo, o miedo a que no pueda conseguir
este trabajo, o miedo a que mi reputación se derrumbe, o miedo a que se
den cuenta que estoy fingiendo, o miedo a…” Y la lista es interminable.
Sin
embargo, ¿te has preguntado quien es el “yo” que siente ese miedo? Esa
es la pregunta que si se pasa por alto te encontrarás en un callejón sin
salidas, pues dentro del sistema de pensamientos de ese “yo” no hay
salida, no hay contestación, o mejor dicho, no hay nada, pues ese “yo”
no es real. Por algo se nos recuerda, “Lo podrás haber planeado a prueba de todo,…” T-5.VI.10:6 Sin embargo esa misma oración termina con, “…pero no está a prueba de Dios.” T-5.VI.10:6
Por
consiguiente, todo miedo, y aquí no hay excepciones, sino que todo
miedo surge a raíz de mi identificación con este “yo” que se cree
separado en un mundo de separación y que ahora siente que lo que lo
sustenta son sus creencias acerca de lo que el cree ser y de lo que el
mundo es.
Esta es una creencia que para poder revertirse hay que
empezar a poner la atención en la paz interna. Lo que hace aparentemente
difícil poner la atención en esa paz es que por un lado queremos paz
pero no queremos dejar a un lado las ilusiones por miedo a “perder”
algo. Por eso se nos recuerda: “Desear la paz de Dios de todo corazón
es renunciar a todos los sueños. Pues nadie que diga estas palabras de
todo corazón desea ilusiones o busca la manera de obtenerlas." W-pI.185.5:1-2
Obviamente
creemos que lo que tenemos miedo a perder es algo en el mundo, ya sea
dinero, salud, pareja, hijos, trabajo, etc. Pero en realidad lo que
realmente tenemos miedo a perder es nuestra identidad como seres
separados. Por algo se nos recuerda: "No hay afirmación que el mundo
tema oír más que ésta: No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que
estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí
mismo. Sin embargo, con esta lección nace la salvación. Y lo que tú eres
te hablará de Sí Mismo." T-31.V.17:6-9
Por lo tanto tenemos
mas miedo a perder nuestra identidad separada la cual es la causante de
todo nuestro dolor que a recordar que somos la totalidad abundante del
amor libre de miedo. En un principio esto puede sonar muy aterrador, sin
embargo por algo se nos recuerda: “No temas que se te vaya a elevar y
a arrojar abruptamente a la realidad. El tiempo es benévolo, y si lo
usas en beneficio de la realidad, se ajustará al ritmo de tu transición.
Lo único que es urgente es desencajar a tu mente de la posición fija
que ha adoptado aquí. Ello no te dejará desamparado ni desprovisto de un
marco de referencia. El período de desorientación, que precede a la
transición en sí, es mucho más corto que el tiempo que tardaste en fijar
tu mente tan firmemente en las ilusiones.” T-16.VI.8:1-5
Lo
que podemos hacer es utilizar el mismo miedo para el beneficio de la
Verdad. En otras palabras, cuando el miedo surge en la mente, lo primero
es tomar consciencia de que ese miedo no existe en este momento sino
que es la historia que la mente forja para no permitiremos experimentar
este momento en su totalidad. No hay ni siquiera que etiquetar lo que
sentimos como miedo, sino que como un sentir que surge para ser abrazado
de manera que la aceptación del amor pueda sanarlo.
El problema
con ese sentir, de nuevo, es que la mente empieza a hacer historias
alrededor de ello para justificarlo. Pero en realidad es solo una
oportunidad que se nos brinda para observar esas memorias escondidas que
constantemente surgen para distraernos de lo único que es real, la paz
de Dios en este y cada momento. Solo que con esa paz no se puede
negociar.
En otras palabras, si quiero esa paz pero no quiero
soltar eso a lo que me estoy aferrando (mi identidad), es imposible
confiar en el amor de Dios interno. Pues siento que el amor de Dios me
quita eso a lo que me estoy aferrando. Descansar en la paz de Dios no es
ignorar lo que se siente, es simplemente aceptar totalmente lo que se
siente recordando que ese sentir no significa nada. Por eso comparto
esta frase que tanto me encanta del curso: “Cuando de alguna manera
tu paz se vea amenazada o perturbada, afirma lo siguiente: No conozco el
significado de nada, incluido esto. No sé, por lo tanto, cómo responder
a ello. No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me
sirva de guía ahora." T-14.XI.6:6-9
Pero este trabajo no es
una varita mágica para evitar el sentir, sobre todo si el sentir se
percibe como doloroso, y luego continuar deseando ser un ser separado de
todo. Es una manera de recordarle a la mente que nada de lo que ha
aprendido es válido. “Cuando de este modo te niegues a tratar de
enseñarte a ti mismo lo que no sabes, el Guía que Dios te ha dado te
hablará. Ocupará el lugar que le corresponde en tu conciencia en el
momento en que tú lo desocupes y se lo ofrezcas a Él.” T-14.XI.6:10-11
Según
empezamos a reconocer lo bien que se siente cuando se suelta todo, es
ahí donde es mas fácil descansar en la paz de Dios, pues no hay apegos
al mundo ya que sabemos que nuestra fuente es el amor de Dios. Y empiezo
a vivir en el mundo desde un estado de consciencia donde soy consciente
de que soy consciente de lo que soy, mientras se hace lo que sea que se
esté haciendo en el mundo.
Ya las preguntas y el miedo al futuro
se desvanecen en el presente al igual que la culpa de un ilusorio
pasado también se desvanece en el presente. Y desde el presente lo que
se hace se hace desde el amor. Paradójicamente, ese simple cambio de
actitud hace que nuestro “futuro” (lo cual en realidad no existe pues no
hay mas ningún momento que el presente) sea siempre un reflejo de
nuestro presente. Por lo tanto, ¿queremos un futuro de paz y de amor?
Entonces solo se nos pide que la paz y el amor sea lo mas importante en
este momento, y así será por el resto de la eternidad.