“Nadie
te está persiguiendo, del mismo modo en que nadie me persiguió a mí.
2No se te pide que repitas mis experiencias, pues el Espíritu Santo, a
Quien compartimos, hace que eso sea innecesario. 3Para valerte de mis
experiencias de manera constructiva, no obstante, tienes aún que seguir
mi ejemplo con respecto a cómo percibirlas. 4Mis hermanos, que son
también tus hermanos, están constantemente justificando lo
injustificable. 5La única lección que tengo que enseñar, puesto que la
aprendí, es que ninguna percepción que esté en desacuerdo con el juicio
del Espíritu Santo está jamás justificada. 6Mi función consistió en
mostrar que esto es verdad en un caso extremo, simplemente para que
pudiese servir como un instrumento de enseñanza ejemplar para aquellos
que, en situaciones no tan extremas, sienten la tentación de abandonarse
a la ira y al ataque. 7Mi voluntad, junto con la de Dios, es que
ninguno de Sus Hijos sufra.
La crucifixión no puede ser
compartida porque es el símbolo de la proyección, pero la resurrección
es el símbolo del compartir, ya que para que la Filiación pueda conocer
su plenitud, es necesario que cada uno de los Hijos de Dios experimente
un re-despertar. 2Sólo esto es conocimiento.
El mensaje de la crucifixión es inequívoco: 2Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres.” T-6.I.11:1-7;12:1-2;13:1-2
La crucifixión representa simbólicamente nuestros pensamientos de ataque, nuestras percepciones erradas en la mente. De la misma manera que simbólicamente Cristo fue crucificado en la cruz, nosotros nos crucificamos constantemente de diferentes maneras. Cada vez que nos sentimos como víctimas nos estamos crucificando. De la misma manera, cada vez que juzgamos a un hermano, si no tomamos consciencia de que nuestros hermanos forman parte de la misma mente de la que somos parte de, nos crucificamos a nosotros mismos.
Por lo tanto la crucifixión es simplemente un ejemplo extremo que Cristo utiliza para que recordemos que nada tiene el poder de afectar el amor que realmente somos, que por eso nos dice que, “El mensaje de la crucifixión es inequívoco: Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres.”
Por consiguiente es importante no confundir la historia relatada con el mensaje subyacente. De la misma manera que la crucifixión representa nuestros pensamientos de ataque hacia nosotros mismo, la resurrección representa la corrección de nuestra percepción errada, un renacimiento de la mente, donde antes era una mente llena de juicio ahora se recuerda a si misma como un espacio donde solo el amor es real.