1.
A medida que la paz comience a extenderse desde lo más profundo de tu
ser para abarcar a toda la Filiación y ofrecerle descanso, se topará con
muchos obstáculos. 2Algunos de ellos los tratarás de imponer tú.
3Otros, parecerán provenir de otras partes: de tus hermanos, o de
diversos aspectos del mundo externo. 4La paz, no obstante, los envolverá
dulcemente a todos, extendiéndose más allá de ellos sin obstrucción
alguna. 5La extensión del propósito del Espíritu Santo desde tu relación
a otras personas para incluirlas amorosamente dentro de ella, es la
manera en que Él armonizará medios y fin. 6La paz que Él ha depositado,
muy hondo dentro de ti y tu hermano, se extenderá quedamente a cada
aspecto de vuestras vidas, rodeándoos a ambos de radiante felicidad y
con la sosegada certeza de que gozáis de absoluta protección. 7Y
vosotros llevaréis su mensaje de amor, seguridad y libertad a todo aquel
que se acerque a vuestro templo, donde la curación le espera. 8No
tendréis que esperar para darle esto, pues le llamaréis y él os
responderá, reconociendo en vuestra llamada la Llamada a Dios. 9Y
vosotros lo albergaréis y le daréis descanso tal como se os dio a
vosotros. T-19.IV.1:1-9
Vamos a ver esa párrafo linea por linea:
“A
medida que la paz comience a extenderse desde lo más profundo de tu ser
para abarcar a toda la Filiación y ofrecerle descanso, se topará con
muchos obstáculos. T-19.IV.1:1
A medida que la paz se va
extendiendo desde lo mas profundo del inconsciente para abarcar toda la
mente y ofrecerle descanso, saldrán a la superficie los miedos
escondidos, la culpa inconsciente.
”Algunos de ellos los
tratarás de imponer tú. Otros, parecerán provenir de otras partes: de
tus hermanos, o de diversos aspectos del mundo externo.” T-19.IV.1:2-3
Algunos
de esos miedos que surgen serán simplemente interpretaciones de lo que
sentimos, lo que creemos saber para justificar ese sentir. Es nuestro
deseo inconsciente de querer seguir sintiéndonos como víctima y
necesitamos una historia para poder aferrarnos a esa culpa inconsciente.
Por lo tanto aunque nada ni nadie nos este haciendo nada utilizamos
nuestro pasado, nuestro propio “aprendizaje” para aferrarnos a la
historia que sea de manera que podamos aferrarnos a ese deseo de sentir
culpa. Pues a final de cuentas todas esas historias que utilizamos para
justificar nuestro deseo de sentirnos como víctimas, si las dejamos a un
lado no tendríamos excusa para sentirnos como víctimas. Es un circulo
vicioso que surge del inconsciente y nos olvidamos que fuimos nosotros
los que así lo deseamos.
La segunda oración que le sigue es, “Otros, parecerán provenir de otras partes:…”
Esa es la misma culpa inconsciente que simplemente se le proyecta a
nuestros hermanos, a nuestras circunstancias (las ilusiones que parecen
estar “fuera”). Es otra manera de justificarla. Solo que es mas fácil
justificarla cuando tenemos testigos, cuando tenemos razones para
supuestamente sentirnos como víctimas. Es mas fácil utilizar un ataque
que provenga de “fuera” para justificar nuestro sentir que no tener
razón para aferrarnos a ese sentir. En otras palabras es mas fácil
decir, “esa persona tomó ventaja de mi por lo tanto tengo derecho a
sentir rabia”, que sentir rabia y no tener con que justificarla. Ahí es
donde la mente busca una excusa a raíz de alguna memoria o historia que
le convenga, que es por eso que se nos dice, “Algunos de ellos los tratarás de imponer tú.”
“La paz, no obstante, los envolverá dulcemente a todos, extendiéndose más allá de ellos sin obstrucción alguna.” T-19.IV.1:4
Al
permitir que los obstáculos surjan, sin dejarse uno distraer por ellos,
que es lo que sucede cuando se deja de juzgar, cuando se deja de
interpretar, cuando se deja de analizar, cuando se deja de justificar,
és lo que permite que la paz los vaya arropando, extendiéndose a través
de toda la mente.
“La extensión del propósito del Espíritu
Santo desde tu relación a otras personas para incluirlas amorosamente
dentro de ella, es la manera en que Él armonizará medios y fin.”
T-19.IV.1:5
Los medios son las experiencias que vamos
teniendo y los fines son el propósito que le adjudicamos. Por lo tanto,
si en una de mis relaciones, digamos como con mis hijos, siento
impaciencia, al elegir el propósito del Espíritu Santo el cual es
recordar que soy paz, ese medio (interacción con los hijos) que creí es
la “causa” de la impaciencia en mi, se re interpreta con el Espíritu
Santo y se utiliza ahora para alcanzar el fin que en este caso sería la
paz. En otras palabras, ahora se utilizan todos los medios para recordar
que el fin es la paz.
No estamos hablando de pretender estar en
paz cuando no es lo que se está sintiendo. Estamos hablando de que
cuando se mueven las emociones a raíz de creer que los medios (situación
con la que estemos lidiando en ese momento) son la causa de ese
malestar, que simplemente nos brindemos la oportunidad de sentir lo que
sea que estemos sintiendo sin interpretar nuestro sentir ni como malo ni
bueno, y obviamente sin culpar ni justificar ese sentir con lo que sea
que este ocurriendo. De esa manera el Espíritu Santo puede armonizar, a
raíz de Su interpretación, medios (circunstancia) y fin (le meta que
elegí la cual seria la paz interna).
“La paz que Él ha
depositado, muy hondo dentro de ti y tu hermano, se extenderá quedamente
a cada aspecto de vuestras vidas, rodeándoos a ambos de radiante
felicidad y con la sosegada certeza de que gozáis de absoluta
protección.” T-19.IV.1:6
Esa paz que se encuentra dentro de
cada uno de nosotros, libre de interpretaciones, libre de juicios, libre
de percepciones erradas, simplemente la inocencia pura que es lo que
realmente somos puede aflorar, y es la que se extenderá a cada parte de
la mente rodeándola de felicidad, de una aceptación total. Es así como
me uno a mi hermano, que es otra manera de decir, me uno a mi mismo,
pues al no excluir a nadie no me siento separado.
“Y
vosotros llevaréis su mensaje de amor, seguridad y libertad a todo aquel
que se acerque a vuestro templo, donde la curación le espera.”
T-19.IV.1:7
Siendo la única mente que hay, cuando mi mente
descansa en esa paz, cada parte de mi mente, cada pensamientos que
percibo es como compartir mi amor, mi seguridad, mi libertad conmigo
mismo. Por consiguiente cada parte de mi sana. Esa ahí donde la curación
me espera, en el reconocimiento de que soy mente. Por lo tanto no es
que “yo” (personaje) voy a ir por el “mundo” llevando mensajes de amor y
seguridad a todo “aquel”, sino que mas bien estoy yo mismo llevándome a
mi mismo el recordatorio de lo que realmente soy. Dado ese el caso,
“todo aquel” son pensamientos de esa misma mente de la que soy parte de.
Y para los efectos, al estar identificado con el amor en mi, en el
mundo de las formas, en el que aparento estar viviendo, se puede deducir
que ese mensaje de amor, seguridad y libertad es lo que voy a ir
compartiendo con mis hermanos. Y lo haré, no desde una tarima
predicándolo, sino que mas bien a raíz de mi ejemplo, aunque para
algunas personas su vocación también incluya compartir el mensaje desde
una tarima.
“No tendréis que esperar para darle esto, pues
le llamaréis y él os responderá, reconociendo en vuestra llamada la
Llamada a Dios. Y vosotros lo albergaréis y le daréis descanso tal como
se os dio a vosotros.” T-19.IV.1:8-9
Es lo mismo que compartí
con el párrafo anterior. La paz de la que gozas es la que compartes con
todo “aquel” que aparezca en tu camino. Y una vez mas, “todo aquel” son
pensamientos proyectados de la única mente que existe la cual todos
somos parte de. Por eso reiteramos no confundir la forma con el
contenido. El contenido es que somos la única mente que existe, la forma
es la creencia de que esa mente se dividió en billones y trillones de
formas. Dado ese el caso, la paz que compartes con “otro” la compartes
contigo mismo de la misma manera que el miedo que le proyectas a “otro”
es el que tu mismo sientes ya que las ideas no abandonas su fuente y su
fuente es mente. Y solo hay una mente.