Esta nota originalmente fue inspirada por el siguiente extracto del curso; “Antes
de decidir hacer algo, pregúntame si tu elección está de acuerdo con la
mía. Si estás seguro de que lo está, no tendrás miedo.” T-2.VI.4:9-10
Por
lo tanto voy a elaborar en ello, y luego veremos como és que lo de la
intuición surgió en este escrito para también ser observado.
Este extracto de que “Antes de decidir hacer algo, pregúntame si tu elección está de acuerdo con la mía…” es uno que puede ser muy confuso cuando el estudiante tiene expectativas a una contestación específica.
En
otras palabras su mente está llena de miedo, de confusión, y el
estudiante desesperadamente espera una contestación que intelectualmente
pueda entender para tomar algún tipo de decisión.
Cuando no
experimentó paz por ejemplo, me siento ansioso, siento presión, estoy
confundido, siento duda, etc., estoy obviamente influenciado por un
programa mental de miedo, y es ahí cuando queremos tomar decisiones. Es
por eso que por lo general no respondemos sino que reaccionamos. Y esto
aplica al placer también, pero lo tocaré brevemente luego.
Lo que
se nos pide es que pongamos en práctica sentir sin juzgar, sin
analizar, sin interpretar, en otras palabras que nos demos un tiempo
para sentir sin actuar. Al principio y quizás durante mucho tiempo este
proceso puede ser dificultoso porque nuestra tendencia aprendida, no
nuestra naturaleza sino que como hemos aprendido a constantemente
dejarnos regir por nuestro sentir para tomar decisiones, estamos ahora
aprendiendo a no dejarnos distraer por ese sentir.
Según la mente
se va entrenando para reconocer que el sentir es simplemente una
energía pasajera que no tienen nada que ver con hechos y por
consiguiente empieza uno a confiar más en la vida, se sentirá más cómodo
sintiendo hasta que la mente se encuentre más tranquila.
Una
vez que la mente se tranquiliza y se va liberando del miedo se podría
deducir que en ese momento estamos identificados con el sistema de
pensamientos el Espíritu Santo. Eso es estar de acuerdo con Su decisión.
Ahora
que la mente está más tranquila lo que sea que hagamos en cada momento
siempre será lo más cuerdo, lo mas amoroso, lo mas bondadoso, aunque
algunas veces ser firme es ser bondadoso. Por lo tanto no confundamos un
ser bondadoso con uno que deja que todos le pasen por encima. Eso es
culpa disfrazada de “bondad”.
Continuando, con la
mente tranquila, sin justificar, sin analizar, sin enjuiciar, no hay que
esperar a que una "voz" nos dicte que hacer sino que simplemente
confiamos en que eso que nos sintamos inclinados a hacer es lo más
apropiado, ¿por qué? Porque una vez más, esa decisión surgió de una
mente que está tranquila y llena de confianza.
Voy a compartir
un ejemplo típico de distracción que se le conoce como intuición. Por
muchos años yo creía que mi “intuición” me estaba guiando, sin saber que
intuición es simplemente un sentir como lo que es cualquier otro. Solo
que la intuición se interpreta de una manera mientras que cualquier otro
sentir de otra, solo para darle sentido a nuestras acciones.
No
obstante, al darme cuenta que cualquier sentir es una distracción, y la
paz no obstante es un reconocimiento de que lo que soy en esencia no
puede ser distraído por ningún sentir, una vez eso se toma en cuenta,
reconozco ahora que cualquier tipo de acción es un reflejo de con qué
sistema de pensamientos me estoy identificando.
Dado
ese el caso, mi sentir, digámosle “intuición” me dice que hay algo aquí
no se siente bien, eso no es diferente que una sensación de “placer”
que me diga esto si es lo correcto, pues las dos son indicativos que me
estoy dejando influenciar por mi sentir.
Sin embargo, si mi sentir es incomodo y lo quieras llamar “intuición” o lo que sea, sentido común me diría, “aguanta, no hagas nada ahora.”
No me está necesariamente diciendo que nunca haga nada, sino que no
haga nada ahora. De la misma manera, si mi sentir es “placer” y no estoy
consciente de este trabajo del perdón, actuaré en base a la creencia de
que esa decisión era “correcta.” Y como todo, luego me doy cuenta que
era solo otro camino que me conlleva a diferentes oportunidades para
perdonar.
Por lo tanto, si permitimos que la paz sea nuestro
guía, y esto requiere practica y un deseo de quererla, nuestro sentir ya
se percibirá como solo eso, un sentir que no tiene nada que ver con lo
que realmente soy. No soy un cuerpo que “siente” soy la consciencia
misma que observa al personaje aparentemente “sintiendo”.
Voy a
utilizar un ejemplo dualista, pero que siento que apoyaría en la
practicabilidad de este tema. Una amista estaba vendiendo su casa y una
pareja se la quería comprar por el precio que ella había estipulado. Las
dos partes estaban contentas con el negocio y mi amiga se sentía bien.
Luego la llama su asesora de bienes y raíces diciendo que consiguió un
comprador que le quiere dar mucho mas dinero por su casa.
Mi
amiga se sintió confundida pues por un lado iba a recibir mucho mas
dinero mientras que por el otro no quería quitarle la ilusión a la
pareja que ya había dicho que quería comprarle su casa por el precio que
mi amiga había decidido y con el que ella estaba contenta.
Si
ella se hubiese dejado llevar por la confusión y por consiguiente
permitir que la lógica del miedo (ego) entrase en operación diciendo, “puedes ganar mas dinero y con eso puedes hacer mas cosas, puedes tener mas seguridad…”,
que solo refuerza la creencia de que el dinero es nuestro dios,
posiblemente hubiese dejado que su asesora de bienes y raíces complete
la transacción. Pero ella se sentó y en oración solo pidió que se le
apoyara con la decisión con la cual ella sintiese paz.
Cuando
pensaba en la pareja con la que había hecho el acuerdo, y sintió que
recibía lo que pedía por su casa sentía paz. Sí, el ego podría entonces
convertirse en el asesor “espiritual” y decirle, “…eso es culpa
inconsciente que surge y por lo tanto no tienes que darle la casa a esa
pareja que te ofrece menos, esa es su oportunidad para ellos perdonar
bla, bla, bla…”
Ella simplemente sentía paz cuando pensaba en esa pareja y su decisión fue venderles la casa. Ese es un ejemplo de, “...pregúntame si tu elección está de acuerdo con la mía. Si estás seguro de que lo está, no tendrás miedo.”
Y
¡¡¡OJO!!! La decisión no tiene nada que ver con que ella elija venderle
la casa a una pareja o a otra persona. El Espíritu Santo le da igual lo
que hagas en el mundo porque El sabe que esta no es tu realidad.
Lo
que quiero decir es que cuando elegimos la paz como lo mas importante,
las decisiones que se tomen, nuestras actitudes siempre serán un reflejo
de ese estado mental, y quien sabe si al ella elegir la paz de Dios se
hubiese honestamente sentido inclinada a venderle la casa al mejor
postor. Por eso es que cuando utilizo ejemplos del mundo tengo que tener
mucho cuidado que no confundamos los niveles.
Ahora podemos
reconocer lo simple, aunque no necesariamente fácil, es elegir el
sistema de pensamientos del Espíritu Santo, y lo simple que es que antes
de decidir algo le preguntemos si nuestra elección está de acuerdo con
la de El.
Siempre y cuando aprendo a confiar en la
vida, siempre y cuando aprendo a confiar en cada momento presente,
siempre y cuando reconozco que todo obra conjuntamente para el bien, no
hay miedo, y cualquier decisión que se termine tomando, será mi elección de estar de acuerdo con la Suya.
Quizás te sentirías inclinad@ a decir, “pero Nick eso es difícil de aplicar”. Y mi respuesta es, "es por eso que se ¡practica!" ;o)
Permíteme
hacerte ahora algunas preguntas, ¿te acuerdas la primera vez que
conduciste un coche de transmisión manual (de cambios)? ¿Te acuerdas la
primera vez que montaste una bicicleta o una patineta o una tabla de
surf o unos patines o la primera vez que pateaste una pelota de fútbol o
baloncesto o bateaste una pelota de baseball o que tocaste un
instrumento musical o practicaste yoga, en fin, algo que requirió
esfuerzo de ti y que luego lo dominaste?
¿Que fue lo que te llevó a dominarlo la practica o tu deseo de querer dominarlo? La contestación es simple, fue tu deseo de querer dominarlo.
Una vez que ese deseo estuvo en pie, la practica fue lo que quisiste
hacer. Por lo tanto, ¿quiero la paz de Dios? Esa ¡és la pregunta!
“Deseo
la paz de Dios: Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de
corazón lo es todo. Si pudieras decirlas de corazón, aunque sólo fuera
por un instante, jamás volverías a sentir pesar alguno, en ningún lugar o
momento." W-pI.185.1:1-3