La Culpa Disfrazada Y El Deseo De Liberarte De Ella por Nick Arandes

Cuando me siento herido o atacado, simplemente reconozco que algún sentimiento de victimismo está saliendo a la superficie para ser sanado. No obstante las ilusiones surgen a raíz de ese sentimiento de victimismo como distracciones que no me permiten ver que solo se me está brindando otra oportunidad para sanar la culpa inconsciente que se está haciendo consciente.

Ese sistema de pensamientos de victimismo es el que proyecta, no solo el mundo que percibo y en el que me percibo, sino que lo que siento a las ilusiones las cuales yo percibo como la causa de mi dolor, asumiendo que el ataque viene de afuera, cuando en realidad el ataque proviene de mi hacia mi. Por lo tanto esas imágenes sirven de distracción para no mirar adentro y tomar completa responsabilidad de que; “No soy víctima del mundo que veo.” W-pI.31

Por algo se me recuerda que, “El secreto de la salvación no es sino este: que eres tú el que se está haciendo todo a si mismo." T-27.VIII.10:1 O se podría decir de otra manera, "Si algo te puede herir, lo que estás viendo es una representación de tus deseos secretos." T-31.V.15:8

Esa imagen o imágenes no tienen nada que ver con lo que siento, simplemente dan testimonio de mi creencia en que hubo una separación, y por ende el mundo sirve para dar testimonio de esa creencia.

El objetivo no obstante no es perdonar el mundo o las imágenes por lo que hayan hecho o no hecho, sino que perdonar en la mente la creencia de que hubo una separación para que así las imágenes dejen de distraerme de la verdad, para que el mundo deje de distraerme de la verdad y una vez más recordar lo que realmente Soy!

Por lo tanto cuando me sienta herido o atacado, o me sienta culpable por algo, simplemente recuerdo cuando el Espíritu Santo me dice a través de Un curso de milagros; “Como ya dije anteriormente: "Lo que enseñes es lo que aprenderás". Si reaccionas como si te estuvieran persiguiendo, estarás enseñando persecución. No es ésta la lección que el Hijo de Dios debe enseñar si es que ha de alcanzar su propia salvación. Enseña más bien tu perfecta inmunidad, que es la verdad acerca de ti, y date cuenta de que no puede ser atacada. No trates de protegerla, pues, de lo contrario, creerás que es susceptible de ser atacada. No se te pide ser crucificado, lo cual fue parte de lo que yo aporté como maestro. Se te pide únicamente que sigas mi ejemplo cuando te asalten tentaciones mucho menos extremas de percibir falsamente, y que no las aceptes como falsas justificaciones para desatar tu ira. No puede haber justificación para lo injustificable. No creas que la hay, ni enseñes que la hay. Recuerda siempre que enseñas lo que crees. Cree lo mismo que yo, y llegaremos a ser maestros de igual calibre.” T-6.I.6:1-11

Lo que hace difícil este trabajo, es que quiero seguir sintiéndome separado cuando las cosas del mundo me atraen, sin darme cuenta que es la misma trampa solo que disfrazada de placer.

Me siento “mal” porque alguien me insultó por ejemplo. No obstante, me siento “bien” cuando una mujer que me gusta quiere salir conmigo. Si acepto el deseo de lo placentero, tengo que reconocer que le estoy dando valor y realidad al mundo, lo cual es la misma culpa inconsciente escondida detrás de un velo de placer, y por ende quiero seguir perpetuando en la mente la creencia de que hubo una separación. Dado ese el caso tengo que aceptar su polaridad, su opuesto y por ende reaccionar a lo “doloroso.”

Es imposible no reaccionar a lo doloroso si estoy reaccionando a lo placentero. No obstante, con una mente transformada puedo percibir lo doloroso de otra manera y como consecuencia también percibir lo placentero de otra manera.

Para salir de esa trampa sicológica tengo que abrir mi mente a un Nuevo Maestro, y mi pequeña dosis de buena voluntad consiste en un deseo de de corazón elegir la paz de Dios, aun cuando todavía me sienta atraído a los placeres del mundo, pues ahora se les va a ir adjudicando un nuevo propósito, el cual es transformarlas para que esas mismas distracciones se conviertan en currículos para sanar. “He dicho repetidamente que el Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones espaciales, sino transformarlas.” T-17.IV.2:3

Por lo tanto, tengo que estar consciente que la culpa no solo se esconde en las cosas que me molestan, sino que la culpa en si es la que dio lugar a la creencia en una separación, a un mundo dual, y lo que se tiene que perdonar no son las cosas en mi mundo, sino que la creencia en mi mente de que soy un ser separado y que vivo en un mundo de separación.

Y de la manera que empiezo a sanar esa culpa interna es a través de la unión con mis hermanos en la mente sin dejarme engañar por lo que su comportamiento diga o haga.

Es fácil unirme a alguien que me cae “bien”, no obstante, es también muy fácil caer en la trampa de juzgar a alguien que me cae “mal.” Sin embargo, yo puedo unirme en mi menta a un hermano aunque no estemos de acuerdo, sin que necesariamente en la forma comparta con el.

Por lo tanto, el objetivo es sanar la culpa inconsciente que me separa de mi hermano (de mi mismo) y recordar que no importa lo que mis ojos estén “viendo” o lo que mis sentidos estén “percibiendo”, que nada de eso me distraiga de la única verdad, que el amor de Dios está conmigo y con todos, y que solo la Verdad es Verdad, que la separación nunca ocurrió, y por lo tanto que el mundo (ilusiones) es parte de  un sistema de creencia completamente errado.

Si soy honesto, este proceso no es fácil. Simple sí. Pero fácil no. Solo puedo compartir que la simplicidad del proceso tiene que ver con que tan profundo es el deseo de sanar en cada individuo. Y el deseo de sanar es estar dispuesto a mirar la oscuridad que hay dentro, no querer ser “positivo” o “atraer” cosas, etc., ya que todo eso refuerza en la mente la creencia de que hay un mundo, de que hay un "yo" separado, en otras palabras, de que la separación ocurrió.

“Escapar de la oscuridad comprende dos etapas: Primera, el reconocimiento de que la oscuridad no puede ocultar nada. Este paso generalmente da miedo. Segunda, el reconocimiento de que no hay nada que desees ocultar aunque pudieses hacerlo. Este paso te libera del miedo. Cuando ya no estés dispuesto a ocultar nada, no sólo estarás dispuesto a entrar en comunión, sino que entenderás también lo que es la dicha y la paz.” T-1.IV.1:1-5