Este no es un espacio para
"escapar" sino que para invitar la perspectiva de el Espíritu Santo.
Su perspectiva perfecta compartida con la nuestra distorsionada es la que hace
que nuestra perspectiva pueda ser corregida.
Por eso se nos recuerda: "Lo Único que
necesita es que estés dispuesto a compartir Superspectiva para que Él te la
conceda con su totalidad. Y no tienes que estar completamente dispuesto porque
Él lo está. Su tarea es expiar tu renuencia mediante Su perfecta fe y es Su fe
la que tú compartes con Él en el instante santo. Como resultado de reconocer
que no estás dispuesto a ser liberado se te ofrece la perfecta buena voluntad
de la que Él goza. Invócale, Pues el Cielo responde a Su llamada. Y permítele
que Él invoque al Cielo por ti" T-16.VI.12:2-7
Cuándo pedimos corrección lo que en
realidad estamos pidiendo es liberación. Cada vez que nos apegamos a algo del
mundo estamos literalmente encadenándonos a él.
Liberación no significa huir de las
responsabilidades que podamos tener en el mundo o evitar relaciones. Sino que
reconocer que nada que provenga de el mundo puede aportar a nuestra paz y
felicidad por consiguiente no se le exige nada al mundo.
Somos libres porque compartimos la plenitud
del Ser. La mente se libera de interpretaciones. Una mente que no interpreta es
una mente libre.
Todo apego al mundo surge a raíz de una
sola interpretación la cual es, “no estoy completo y este mundo me ofrece algo
que yo necesité para sentirme completo".
Eso es lo que da origen a la relación
especial. No obstante según descansamos más y más en esos instantes santos y
disfrutamos de el goce de la paz que tiene lugar en esos momentos presentes,
gradualmente la mente empieza a soltar todo apego al mundo porque empieza ahora
a darle valor a la paz interna.
Mientras creamos que la paz la
conseguiremos con lo que hagamos en el mundo o con lo que el mundo nos ofrezca
será imposible poder experimentar ese desapego que es la razón por la que se
experimenta el miedo. Sin embargo, el salir al mundo a buscar lo que creemos que
nos falta es también parte del proceso pues así podemos tener la experiencia
directa de que eso que creíamos nos podía brindar paz no nos la va a brindar y
podemos entonces elegir de nuevo.
Por consiguiente no tenemos que hacer un
cambio de comportamiento. Simplemente lo que se necesita es elegir más y más
esos espacios de quietud para según empezamos a valorizarlos el cambio de
comportamiento tendrá lugar muy naturalmente.
Es por eso que no requiere de ningún
sacrificio poner en práctica las enseñanzas de el Espíritu Santo. Lo único que
se requiere es nuestro deseo de querer la paz sobre todas las cosas que es por
eso que se nos recuerda; "El conocimiento no es la motivación para
aprender este curso. La paz lo es." T-8.I.1:1-2
Sin embargo es fácil auto engañarse
diciendo que el problema es que el ego no nos permite experimentar paz. Sin
embargo es el no desearla lo que no nos permite experimentarla. Por eso se nos
recuerda: “Las distracciones del ego tal vez parezca interferir en tu
aprendizaje, pero el ego no tienes realmente ningún poder para distraerte a
menos que tú se lo confieras.” T-8.I.2:1
Es por eso que hasta que no tengamos claro
que la meta es la paz interna este curso va a aparentar ser muy difícil de
entender debido a que estamos intentando aplicarlo a una meta que es
completamente contradictoria. Si queremos utilizar el curso para arreglar
nuestros problemas, lo que en realidad queremos es hacer las ilusiones reales,
y eso va en contra a la dirección que el curso nos lleva.
Si no obstante, tomamos consciencia de que
todo en este mundo son nada mas que obstáculos a capaz, y ahora solo queremos
elegir la paz de Dios, entonces el siguiente extracto del curso hace perfecto
sentido: